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“Papá, mamá, ¿por qué los plátanos son curvos?”. Hay elementos tan habituales en nuestra vida cotidiana que nunca nos hemos preguntado por qué son así. La forma de esta fruta es el mejor ejemplo de ello. De hecho, en España se consumen 12 kilogramos de plátanos por persona al año, una cifra que solo es superada por las naranjas (17 kilogramos) y que se sitúa bastante por encima de las manzanas (9,4 kilogramos), las cuales ostentan el tercer cajón del podio.
Para entender la forma de los plátanos hay que conocer su hábitat originario. En concreto, surgieron en mitad de la selva tropical, donde la penetración de la luz solar es muy escasa debido a la densidad de la vegetación. Para obtener la que necesitaban para sobrevivir se vieron obligados a crecer hacia arriba venciendo la fuerza de la gravedad de la Tierra. Un proceso que recibe el nombre de geotropismo negativo.
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Juan Montagu
Este esfuerzo también afecta a las inflorescencias, es decir, a las ramas del tallo que portan las flores. De este modo, quedan más expuestas a la acción de los insectos y pájaros que se alimentan de su néctar y que facilitan la polinización y fertilización de la planta. Eso sí, los plátanos más comercializados actualmente a nivel mundial son frutos procedentes de híbridos estériles cuya reproducción se produce por clonación o multiplicación mediante esquejes. Esta es la respuesta a otro de los grandes enigmas en torno a esta fruta: por qué no tiene semillas.