- Author, Alastair Gill
- Role, BBC Travel
Cuando llegas Bansko por primera vez, es posible que tengas la sensación de haber retrocedido en el tiempo, a una época cuando las cosas eran más sencillas.
Las aves anidan en postes de telégrafo, unos grupos de abuelas con pañuelos en la cabeza conversan bajo los manzanos en las esquinas mientras los gitanos montados en carretas arrean a sus caballos por los caminos.
Por encima de los tejados rojos, los picos de mármol de los montes Pirin, al suroeste de Bulgaria, desfilan por las laderas cubiertas de pinos y se ciernen sobre la ciudad y su estación de esquí como las alas extendidas de un dragón.
Pero en un día cálido de principios de este verano, más de 700 emprendedores y trabajadores autónomos llenaron los cafés de esta ciudad provincial de 10.000 habitantes en el suroeste de Bulgaria. Una mezcla de lenguas, desde hebreo hasta japonés, llenaban el aire.
Dentro de un edificio en la plaza central, un joven alemán resaltaba las virtudes de una semana laboral de cuatro horas ante un auditorio lleno, mientras que en el parque local cientos de los llamados nómadas digitales hablaban sobre temas que van desde la inteligencia artificial hasta estrategias de networking y consejos de salud.
Por la noche, una masa agitada de asistentes a un festival bailó y bebió hasta bien entrada la noche en un bar al aire libre.
En los últimos cuatro años, el Festival Bansko Nomad ha pasado de ser una pequeña reunión a la celebración anual de la vida nómada digital más grande del mundo.
Este semana de juerga tiene decenas de charlas transmitidas en vivo, cenas grupales y actividades como fiestas con hogueras y rafting, todo organizado por un pequeño ejército de voluntarios.
La creciente población nómada digital de Bansko es más visible durante el festival, pero eso es solo la mitad de la historia.
Según Nomad List, la ciudad es el “centro de trabajo remoto de mayor crecimiento constante” del mundo en los últimos cinco años. Desde 2018, ha crecido un 231%, más que Varsovia (Polonia), Madrid (España) y la muy popular Tallin (Estonia).
Esto parece algo anómalo: las encuestas sugieren que los nómadas digitales generalmente prefieren las ciudades costeras (Lisboa, Barcelona), las islas y los destinos de playa (Madeira, Canarias, Bali). Entonces, ¿por qué cada vez más personas se dirigen a un pequeño centro turístico de montaña en el interior de Bulgaria?
Los atractivos de Bansko
La historia comienza con Matthias Zeitler, un emprendedor alemán que llegó a Bansko en 2016 mientras buscaba lugares para montar un espacio de coworking.
Zeitler se sintió atraído por la belleza natural de la zona y sus beneficios prácticos: un Wi-Fi rápido, costos de vida asequibles e impuestos bajos (con una tasa de apenas 10% sobre las ganancias personales y corporativas) que se encuentran entre los menores de Europa.
“Vinimos aquí en verano con algunos amigos, alquilamos una casa y decidimos que este podría ser un buen lugar para tener una base”, dijo Zeitler.
En 2016 abrió el primer espacio para hacer teletrabajo de la ciudad, Coworking Bansko , que creció rápidamente, y en 2020 lanzó el Festival Bansko Nomad, cuyas 729 entradas disponibles se agotaron en 2023.
La localidad alberga ahora a más de 300 trabajadores remotos cada mes y la población aumenta durante la temporada de esquí.
Aunque pasar la mañana en las pistas y estar en el trabajo a la hora del almuerzo es sin duda parte del atractivo, Bansko también tiene otros encantos.
Una vez que la nieve se derrite, los bosques, los lagos color turquesa y los picos escarpados del adyacente Parque Nacional Pirin, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ofrecen abundantes oportunidades para la recreación al aire libre, desde caminatas hasta ciclismo y paseos a caballo.
“Lo que realmente distingue a Bansko es lo relajada, amigable y acogedora que es la comunidad aquí”, dice Camille Poire, una publicista francesa que trabaja aquí desde 2018 con un socio. “Lo recordamos cada vez que volvemos de nuestros viajes y nos enchufamos de nuevo a la vida social de Bansko”.
La variedad de eventos sociales es abrumadora, incluyendo clases de salsa, cenas, juegos de mesa, deportes, viajes a aguas termales, concursos y barbacoas. Muchos están abiertos a todos, sean nómadas digitales o no.
“Cuando llegan por primera vez, mucha gente dice: ‘Oh, esto es un poco tranquilo. No estoy segura de que haya nada para mí'”, dice Becky Bottjer, que dirige el espacio de coworking Altspace. “A los dos o tres días, dicen: ‘Ya no puedo tener más salidas, necesito tomarme un día de descanso'”.
“A los habitantes de Bansko les gusta este ambiente internacional”, afirma la vicealcaldesa Sashka Vuchkova, quien explica que el creciente número de familias extranjeras y mixtas en la ciudad, incluidos refugiados ucranianos, está creando una atmósfera multicultural en las escuelas.
“Tenemos una clase en la que hay alumnos de ocho países. Todos hablan búlgaro, algunos no tan bien, pero son niños y aprenderán”.
Una gran diversidad
Algunos nómadas digitales de muchos años están construyendo vínculos con la comunidad local, como el empresario colombiano-holandés José Fiallo, que dirige BanskoLab, una cafetería y centro cultural donde los niños pueden tomar clases de idiomas y talleres educativos.
La comunidad de expatriados de Bansko incluye muchos “crypto bros” de firmas de criptomonedas, entrenadores de vida y gurús del bienestar por los que a menudo se burlan del movimiento nómada digital.
Pero también hay desarrolladores, videógrafos, comediantes, diseñadores, profesores de inglés, artistas, traductores e incluso científicos, que representan a decenas de nacionalidades.
A medida que crece la población nómada, el ecosistema se expande. Actualmente hay nueve espacios de coworking en la ciudad, gestionados por cuatro empresas, desde Coworking Bansko hasta Nestwork y Four Leaf Clover CoLive.
Nestwork, que recientemente abrió un gran segundo espacio, es el más nuevo de Bansko. Los trabajadores tecnológicos búlgaros Dimitar Durchov y Dimitar Vichev regresaron del extranjero para iniciar el negocio después de detectar un nicho para un espacio de coworking inteligente y de estilo corporativo.
“Un lugar acogedor donde te sientes como en casa, pero no lo suficiente como para distraerte del trabajo”, lo define Vichev. Como explicaron, Bansko no solo atrae a nómadas digitales extranjeros: los búlgaros también se están aprovechando, dejando la capital Sofía o incluso mudándose desde el extranjero.
“Había estado viviendo en Londres con mi familia desde que tenía 12 años y pensé que nunca más viviría en Bulgaria”, dice Vladimir Dimitrov, un búlgaro que se mudó a Bansko hace cinco años después de darse cuenta de que podía combinar el trabajo en línea con el snowboard y ciclismo de montaña.
“Además de eso, el costo de vida era mucho más bajo, por lo que era una obviedad”.
Un lugar para quedarse
El caso de Dimitrov ilustra una tendencia creciente: algunos nómadas disfrutan tanto del estilo de vida relajado de Bansko que están echando raíces.
Las propiedades son baratas según los estándares occidentales y, aunque los precios aumentan, siguen siendo asequibles: un apartamento de una habitación cuesta entre US$40.000 y US$70.000.
Cualquiera puede comprar un apartamento en Bulgaria, aunque solo aquellos con residencia pueden comprar un terreno. El alquiler mensual también es relativamente barato: los apartamentos de una habitación cuestan entre US$300 y US$500.
Según Eli Tsoneva, agente inmobiliario local, los nómadas representan alrededor del 5% de las ventas en Bansko, mientras que otros inversores extranjeros dominan el mercado. “El 30% de los compradores de nuestra agencia son búlgaros”, afirmó.
Zeitler está persiguiendo su propio sueño: transformar un enorme hotel abandonado de la era comunista en el bosque cercano en el mejor espacio residencial comunitario para nómadas digitales.
Con 200 unidades, un lobby de varios niveles, piscina, auditorio y vistas panorámicas, Coliving Semkovo será “una comunidad para la comunidad”.
Aunque por ahora es un espacio solo para adultos, Bottjer ya está notando una tendencia de “familias nómadas digitales” que se mudan a Bansko.
“Creo que ese será el próximo gran paso, especialmente con el costo de vida aumentando en lugares como Reino Unido y Estados Unidos”, dice al señalar que una vez que la gente ha experimentado la vida en Bansko tiende a regresar.
“Hay una especie de magia aquí”, dijo. “No sé qué es, pero la gente parece seguir regresando”.
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