EL NUEVO DIARIO, MÉXICO.- La distimia es un trastorno depresivo crónico, poco conocido y de síntomas confusos que suelen confundirse con desgano, lo que dificulta su diagnóstico, dijo Hiram Ortega, médico del Instituto Nacional de Psiquiatría.
Esta afección, que se estima afecta en México a 1,5 millones de personas, tiene la particularidad de ser un tipo de depresión persistente; es decir, que una persona «todos los meses durante dos años ha tenido la mayoría de los días tristeza y abatimiento», comentó Ortega.
Algunas de las características de este tipo de depresión son el estado de ánimo triste e irritable, poca energía, fatiga, baja autoestima, estrés constante, falta de concentración, sentimientos de desesperanza y problemas de sueño y apetito.
«Si vemos a alguien que de repente no tiene energía, se queda en casa, quiere estar solo o sale muy poco y la mayoría del tiempo está irritable, deberíamos de tener cuidado de que no esté teniendo un trastorno distímico», advirtió el psiquiatra.
En los pacientes con distimia también se identifica un alto grado de neuroticismo que genera poca tolerancia a la frustración, exigencias muy altas y rápido desaliento si no logran su objetivo.
Sin embargo, padecer distimia no siempre genera disfunción total; la persona aún es reactiva a ciertos estímulos que le dan resultados placenteros como salir, convivir, jugar videojuegos o realizar otra actividad de su agrado.
«Son personas que normalmente las vemos como enojadas, retraídas, tristes pero, de repente, con ciertas personas o actividades logran salir o se animan», expuso Ortega, especialista en trastornos afectivos.
Y abundó en que, aunque pareciera que el paciente de distimia «está bien», luego de unas horas, un día o dos «regresan a un estado de letargo, desinterés, cansancio, sentimientos de culpa, baja autoestima y poca energía».
Algunos de los factores que podrían detonar la distimia son el temperamento de la persona, antecedentes familiares, haber enfrentado duelos complicados y estrés frecuente que, después de un tiempo, sobrepasa la capacidad de la persona.
El médico indicó que, aunque aún no hay datos estadísticos de una tasa de crecimiento, la relación de los factores de riesgo con las actuales exigencias sociales podría favorecer el aumento de casos del trastorno en población joven.
«A nivel mundial hay mucha competencia, cada vez se exige más escolaridad, los jóvenes están enfrentando mayor presión social; entonces la hipótesis o lo que podemos prever es que sí haya más distimia», dijo.
Por ello, «es importante difundir y hacer caso cuando un joven esté así» pues con frecuencia se piensa que es «una cuestión de moda o pasajera», incluso que el paciente para mejorar «nada más tiene que echarle ganas», señaló el especialista.
El tratamiento para la distimia puede durar un año o más, a través de psicoterapia o fármacos para remitir los síntomas, aunque hay personas que podrían volver a presentarlos debido a una predisposición genética o alteraciones en el cerebro.
Sin embargo, confundir el trastorno y evitar la atención médica podría ser grave para el paciente porque «cuando alguien ya está en distimia quiere decir que lleva tanto tiempo deprimido o deprimida», lo que podría derivar en un episodio depresivo mayor, precisó Ortega.
Estar frecuentemente en un estado de tristeza e irritabilidad «no es normal», muchas personas con respecto al paciente «creen que son así y a veces hasta la persona -que lo padece- se lo acaba creyendo», finalizó Ortega.