Más allá del tamaño o de sus proezas, el hombre, hasta ahora, no ha sido muy propenso a hablar de su vida sexual y menos aún de sus sentimientos. El asunto empieza a cambiar y así queda claro en una investigación liderada por el psicólogo Brice Gouvernet, de la Universidad de Rouen, en Normandía. En ella han participado 923 hombres, todos ellos con parejas heterosexuales, que han expuesto detalles sobre su experiencia personal del orgasmo.
La idea era responder a algunas de las mayores incógnitas que aún existen en la sexualidad masculina: ¿El orgasmo es un fenómeno complejo? ¿Se confunde con el mecanismo fisiológico de la eyaculación? ¿Es la experiencia orgásmica común a todos o un asunto diferente para cada uno? ¿Pueden estas variaciones estar relacionadas con las características sociodemográficas o con posibles trastornos sexuales o psicológicos? Siguiendo el llamado método Chung&Pennebaker, que analiza la conversación terapéutica a partir de la repetición de ciertas palabras, los investigadores han identificado los principales pensamientos del hombre acerca de sus propios orgasmos.
¿Quién dijo que son rocas?
La primera sorpresa ha sido comprobar que casi todos estos pensamientos están vinculados con sentimientos y emociones, decisivos tanto en el tiempo del proceso eyaculatorio como en el contexto más racional del orgasmo y la experimentación de sensaciones más intensas. Los participantes mostraron una clara vinculación de su vida sexual con sus circunstancias psicológicas y sociodemográficas. Al analizar cómo interactúan en el hombre sus experiencias orgásmicas y sexuales con estos factores, observaron que buena parte de las disfunciones sexuales tienen su origen en este contexto, más que en causas fisiológicas. Los hombres consultados dejan también claro que eyaculación y orgasmos son dos fenómenos diferentes y que en la respuesta sexual algunos aspectos físicos y mecánicos son igualmente claves en la excitación, el orgasmo, la eyaculación y el placer. La percepción subjetiva de esas sensaciones físicas son las que determinan mayor o menor placer.
La conclusión final es que el orgasmo masculino es un proceso bio psicosocial muy complejo. Para los autores, la posibilidad de investigar el discurso sexual de los hombres y conseguir que verbalicen su experiencia ha sido algo valioso porque aporta información sobre los trastornos que ellos han expuesto. “Esto significa un paso más para afrontar las dificultades que sufren los pacientes y ayudarles a superarlas, proporcionando diagnósticos precisos y preparando la solución terapéutica óptima».