Siempre que hablamos de Steve Jobs dejamos claro que, sin duda, es uno de los genios contemporáneos más importantes e influyentes. No solo cofundó la compañía mejor valorado del mundo, también revolucionó la informática y -prácticamente- creo el smartphone con los iPhone.
Pero, como siempre pasa, los genios fueron antes influidos por genios previos. Y el caso de Steve Jobs no una excepción. El responsable del iPhone y de los Mac tuvo como inspiración a un señor llamado Edwin Land.
Edwin H. Land, en su época, era casi tan famoso como Steve Jobs en la suya. En 1972, fue portada de las revistas Time y Life, probablemente el único químico que lo ha conseguido hasta la fecha. Y cuanto más conoces a Land, más te das cuenta de hasta qué punto Steve Jobs se parecía a él.
Ambos crearon empresas multimillonarias a partir de inventos protegidos por patentes. Y ambos eran autodidactas, abandonaron la universidad (Edwin Land en Harvard, Steve Jobs en Reed) y compensaron con creces su falta de formación cultivando un gusto por los trabajadores brillantes.
Dos genios de dos épocas diferentes: Polaroid y Apple
En Polaroid, Land solía contratar a los estudiantes de historia del arte más inteligentes del Smith College y los enviaba a algunas clases de ciencias, con el fin de crear químicos que pudieran seguir el ritmo cuando su conversación pasaba de las ecuaciones de Maxwell a las pinceladas de Renoir.
Sobre todo, Land creía en el poder de la demostración. A partir de los años 60, empezó a convertir las juntas de accionistas de Polaroid en espectaculares escaparates de cualquier línea que la empresa estuviera a punto de presentar. Sí, como Steve Jobs con los iPhone en las Keynote.
En un entorno perfectamente dirigido, a veces con música en directo entre los segmentos, subía al escenario, con diapositivas proyectadas a sus espaldas y el nuevo producto en la mano, y en lugar de desplegar un lenguaje de ventas de serpiente, te introducía en su mundo.
Tres décadas después, Steve Jobs haría exactamente lo mismo, pero con un jersey negro de cuello alto y vaqueros. Su admiración por Land era abierta y descarada. Sin duda, el genio que inspiró al genio de Apple.