En el vasto silencio del espacio, donde el sonido no puede propagarse como en la Tierra, algunos astronautas han reportado ruidos inexplicables que aún hoy desconciertan a la comunidad científica.
Uno de los casos más enigmáticos ocurrió durante la histórica misión Shenzhou 5, en 2003, cuando el astronauta Yang Liwei, el primer chino en viajar al espacio, escuchó un sonido imposible de identificar.
Durante aquel vuelo de 21 horas, Yang describió un golpe seco, similar al de un martillo de madera golpeando metal, que sonaba de forma intermitente y parecía provenir del exterior de la nave. Lo más sorprendente es que no había ninguna causa visible para ese ruido.
Años más tarde, las tripulaciones de las misiones Shenzhou 6 y Shenzhou 7 reportaron haber escuchado exactamente el mismo fenómeno.
Aunque algunos sonidos detectados en el espacio tienen explicaciones lógicas, como las interferencias de radio en el caso del silbido oído durante el Apolo 10, o los zumbidos de retroalimentación acústica en misiones más recientes, en este caso no se ha encontrado una causa concluyente.
Entre las hipótesis más aceptadas, algunos científicos sugieren que pequeños fragmentos de desechos espaciales pudieron haber golpeado el fuselaje, generando ese sonido.
Otros creen que las variaciones térmicas extremas entre el día y la noche espacial podrían haber hecho que el metal de la nave se dilatara y contrajera, produciendo chasquidos audibles. También se contempla la posibilidad de fugas microscópicas de aire o vibraciones internas como origen del misterioso ruido.
Lo más intrigante es que el fenómeno se repitió en distintas misiones a lo largo de cinco años, sin que se haya identificado una causa común.
Hoy, este enigma forma parte de los misterios más fascinantes de la exploración espacial, recordándonos que aún hay muchas cosas que desconocemos más allá de nuestro planeta.
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