Criar seis hijos sola y hacer de ellos personas de bien, implica dar la vida en el proceso y hasta olvidarse de sí misma para poder suplirlos de sus necesidades básicas y a la vez acompañarlos en el camino.
Eso hizo la buena de Milenia Benítez Cuevas, a quien todos llaman doña Mary, cuando el padre de sus hijos formó otra familia y tomaron la decisión de separarse. A ella no “se la cayó el mundo”, no.
Cuenta que viviendo entonces en La Descubierta, comenzó a trabajar en lo que apareciera: planchaba y lavaba en casa de personas de más recursos que ella, por un tiempo hizo rifas, y agradece que siempre tuvo el apoyo de la que fue su suegra y abuela de los niños, así como de su padre y su madre, quienes la apoyaban en el cuidado de los pequeños.
Cuando sus hijos ya estaban un poco más grandes decidió trasladarse a la capital en busca de nuevos horizontes y comenzó a trabajar llevando las comidas a los pacientes de una clínica donde duró unos 13 años, hasta que la cancelaron y después laboró en una casa de familia.
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Durante un tiempo cuidó una niña, y luego uno de sus nietos. Estas jornadas concluyeron porque sus hijos, ya grandes, se han superado y la ayudan como pueden.
Doña Mary hoy tiene 69 años, vive en Nueva York con una de sus hijas, labora cuidando personas de edad avanzada y mantiene el mismo optimismo y ánimo que siempre la han caracterizado.
¿Fue un camino difícil? Le preguntamos, y recordando los años pasados, responde: “No. Cogí lucha, pero después ellos comenzaron a trabajar y me ayudaron”.
Ahora está más tranquila y cómoda, aunque trabaja, comparte con su hija y nietos, viaja de vez en cuando a Santo Domingo y disfruta de los abrazos y atenciones de sus otros hijos, amigos de siempre, familias y vecinos.
“Hay que estar bien pendiente de los hijos”, dice esta madre esforzada que ya recoge los frutos del camino recorrido.
Aconseja “sean buenos padres y madres, estén pendientes de sus hijos, no hagan como muchos que a veces los abandonan. Estén pendientes de su educación y formación”.