La pérdida del cromosoma «Y» en los hombres, con la edad, favorece el crecimiento del cáncer
EL NUEVO DIARIO, REDACCIÓN CIENCIA.- A medida que envejecen, algunas células del organismo en los hombres pierden el cromosoma Y (el elemento que los hace biológicamente machos), y esa pérdida permite que las células del cáncer puedan eludir el sistema inmunitario del organismo y crecer con facilidad.
Esta es la principal conclusión de una investigación del Centro Oncológico Cedars-Sinai (Los Ángeles, California) publicada este miércoles en Nature.
El estudio ha descubierto que este efecto común del envejecimiento en los hombres da lugar a un cáncer de vejiga agresivo, pero también hace que la enfermedad responda mejor a un tratamiento de inmunoterapia denominado ‘inhibidores de puntos de control inmunitarios’.
Los investigadores están desarrollando ya una prueba para detectar la pérdida del cromosoma Y en los tumores con el objetivo de ayudar a los médicos a adaptar el tratamiento con inhibidores de los puntos de control inmunitarios a los pacientes varones con cáncer de vejiga.
«Este estudio establece por primera vez una conexión nunca antes establecida entre la pérdida del cromosoma Y y la respuesta del sistema inmunitario al cáncer», destaca Dan Theodorescu, director del Centro Oncológico Cedars-Sinai.
«Descubrimos que la pérdida del cromosoma Y permite a las células del cáncer de vejiga eludir el sistema inmunitario y crecer de forma muy agresiva», señala Dan Theodorescu, que ha dirigido la investigación.
HOMBRES Y MUJERES, DISTINTOS CROMOSOMAS
En los seres humanos, cada célula tiene un par de cromosomas sexuales: los hombres tienen un cromosoma X y un cromosoma Y, y las mujeres dos cromosomas X.
En los hombres, la pérdida del cromosoma Y se ha relacionado con varios tipos de cáncer, especialmente el de vejiga, pero esta pérdida también se asocia a cardiopatías y la enfermedad de Alzheimer.
El cromosoma Y contiene los planos de ciertos genes. Basándose en la forma en que estos genes se expresan en las células normales del revestimiento de la vejiga, los investigadores desarrollaron un sistema de puntuación para medir la pérdida del cromosoma Y en los cánceres.
A continuación, revisaron los datos de dos grupos de hombres, uno con cáncer de vejiga a los que se extirpó la vejiga y no se les trató con inhibidores de puntos de control inmunitario, y otro que participó en un ensayo clínico y recibió un tratamiento con este tratamiento de inmunoterapia.
Observaron que los pacientes con pérdida del cromosoma Y tenían peor pronóstico en el primer grupo y tasas de supervivencia global mucho mejores en el segundo.
Para averiguar por qué pasaba esto, compararon las tasas de crecimiento de células de cáncer de vejiga con células de ratones de laboratorio.
El equipo cultivó células tumorales que no estaban expuestas a células inmunitarias y también cultivó células enfermas en ratones a los que les faltaba las células inmunitarias denominadas células T. En ambos casos, los tumores con y sin el cromosoma Y crecieron al mismo ritmo.
Sin embargo, en ratones con sistemas inmunitarios intactos, los tumores que carecían del cromosoma Y crecieron a un ritmo mucho más rápido que los tumores con el cromosoma Y intacto.
«Estos resultados implican que cuando las células pierden el cromosoma Y, agotan las células T. Y sin células T para combatir el cáncer, el tumor crece agresivamente», concluye Theodorescu.
El equipo también concluyó que los tumores a los que les faltaba el cromosoma Y, aunque más agresivos, también eran más vulnerables y respondían mejor a los inhibidores de puntos de control inmunitario.
Esta terapia, uno de los dos principales tratamientos disponibles contra el cáncer de vejiga, revierte el agotamiento de las células T y permite al sistema inmunitario del organismo combatir el cáncer.
Los investigadores creen que la pérdida del cromosoma Y es una estrategia adaptativa de las células tumorales para eludir el sistema inmunitario y sobrevivir en múltiples órganos, si bien, reconocen que es necesario seguir trabajando para entender la conexión genética entre la pérdida del cromosoma Y y el agotamiento de las células T.