Durante años, Android ha sido el sistema operativo que más ha evolucionado tomando como referencia el iPhone. Desde el diseño hasta la experiencia de usuario, muchos de sus pasos han seguido una hoja de ruta marcada, en gran parte, por Apple. Sin embargo, en pleno 2025, el panorama empieza a cambiar.
Con la llegada de iOS 18, se empieza a incorporar funciones que hasta hace poco eran territorio exclusivo del sistema de Google. No se trata de una simple coincidencia, sino de un giro que puede marcar una nueva etapa en la historia de ambas compañías: ¿está la marca de la manzana inspirándose ahora en su rival?
Cuando Apple lanzó el primer iPhone en 2007, cambió para siempre la manera de entender los teléfonos móviles. Android, por entonces en una fase temprana, tuvo que adaptarse rápidamente para no quedarse atrás. Lo hizo adoptando el concepto de la pantalla táctil como interfaz principal, desplazando a los teclados físicos que dominaban en los terminales de Nokia o Blackberry.
Con el tiempo, esa adaptación se convirtió en una sucesión de cambios estructurales: los fabricantes comenzaron a eliminar las baterías extraíbles, despidieron las ranuras para tarjetas microSD en sus gamas altas y, finalmente, también dijeron adiós al jack de auriculares.
Todos estos movimientos seguían una tendencia marcada por Apple, aunque no siempre fueran bien recibidos por los usuarios. La subida del precio en los móviles Android de gama alta, que hace apenas una década parecía impensable, acabó siendo otra señal de que el modelo de negocio del iPhone había calado hondo.
Samsung, LG, Huawei, Motorola o Xiaomi protagonizaron estas transformaciones, cada uno a su manera. Mientras la empresa de Cupertino mantenía una estrategia más coherente y cerrada, el mundo Android experimentaba, fallaba y aprendía. Y aunque cada marca ha dejado su sello, lo cierto es que muchas de las decisiones más arriesgadas ya tenían un precedente claro: el iPhone.
iOS 18: el momento en que Apple mira hacia Android
Pero la historia ha dado un giro inesperado. Con iOS 18, Apple comienza a adoptar funciones que hasta ahora eran propias del ADN Android. Destacan los widgets interactivos, opciones de personalización de pantalla más profundas y, sobre todo, una integración avanzada de inteligencia artificial en todo el sistema con Apple Intelligence.
Esto no es casualidad. La presión de reguladores como la Unión Europea ha obligado a Apple a abrir su ecosistema, abriendo la puerta a tiendas de apps alternativas o a navegadores que se puedan establecer por defecto. Y, en paralelo, el usuario medio ya no se conforma con una interfaz limitada. Quiere elegir, personalizar, automatizar.
Todo eso lleva años siendo parte de Android, y ahora comienza a colarse en el sistema de Apple. En lo funcional, también hay convergencias claras: desde mejoras en la multitarea hasta notificaciones más dinámicas o accesos rápidos personalizables. El terreno donde Android era más ágil y flexible empieza a ganar espacio en el iPhone.
Esto responde a una realidad tecnológica común, donde los smartphones ya no son simples teléfonos, sino centros de control personales. Y en ese contexto, tanto Android como iOS están abandonando sus viejos dogmas para abrazar un modelo más híbrido: la seguridad de Apple con la libertad de Android, y la estabilidad de iOS con la adaptabilidad del sistema de Google.
¿Quién copia a quién?

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Si durante más de una década se asumía que Android copiaba a iOS, ahora la respuesta ya no es tan clara. Apple sigue marcando ciertas líneas maestras en diseño o privacidad, pero cada vez mira más hacia el universo de la plataforma de Google para dar respuesta a las nuevas necesidades del usuario.
Lo ha hecho con los widgets, con el centro de control, con el sistema de notificaciones y, próximamente, con las herramientas de inteligencia artificial generativa.
Samsung y Google, por su parte, siguen explorando funcionalidades que poco a poco marcan el camino. Desde los modos de personalización extremos del Galaxy hasta los asistentes contextuales del Pixel con Gemini, la innovación ya no tiene una única dirección.
Este cambio redefine la narrativa tradicional donde Apple ya no es solo el faro al que mirar, sino también una empresa que, al igual que Android en su día, aprende del entorno y lo adapta a su filosofía. En este escenario los mayores beneficiados son los usuarios.
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