De la conjetura se ha pasado a la evidencia. Dos nuevos estudios, uno realizado en adultos jóvenes y el otro en ratones, confirman la evidencia de los amplios beneficios de un movimiento de balanceo durante el sueño. De hecho, en humanos muestran que también consolida la memoria.
«El sueño de calidad exige quedarse dormido rápidamente y durante toda la noche», dice Laurence Bayer, de la Universidad de Ginebra (Suiza), autora de uno de los trabajos. «Nuestros voluntarios se durmieron enseguida cuando se mecían y sus períodos de sueño fueron más largos y profundos. Es decir, tuvieron menos despertares. Es la señal evidente de que mecerse es bueno para dormir».
Meciendo los recuerdos
Bayer y sus colegas habían demostrado anteriormente que el balanceo continuo durante una siesta de 45 minutos provocaba este mismo efecto. En el nuevo estudio, que ha contado también con la investigadora Sophie Schwartz, las autoras, además de ratificar estos beneficios, querían saber su impacto en la memoria. Para evaluar la consolidación de la memoria, los participantes estudiaron pares de palabras. Después, los investigadores midieron su precisión al recordar los pareados y descubrieron que los resultados fueron mejores cuando las personas se mecían mientras dormían.
Otros estudios habían observado que ese suave movimiento contribuye a la sincronización de la actividad neuronal en las redes tálamo-corticales del cerebro, que desempeñan un papel importante tanto en la consolidación del sueño como de la memoria.
El segundo estudio en ratones es el primero en explorar si el balanceo promueve el sueño en otras especies. Y, de hecho, lo hizo. Los investigadores, dirigidos por Paul Franken, de la Universidad de Lausana, Suiza, utilizaron juguetes para generar un movimiento similar dentro de las jaulas de los ratones mientras dormían. Su efecto fue positivo a la hora de conciliar el sueño en menos tiempo, pero no en cuanto a su profundidad.
Ambos trabajos, publicados en Current Biology, proporcionan nuevos conocimientos sobre los mecanismos neurofisiológicos del sueño que pueden ser relevantes para el desarrollo de nuevos enfoques para el tratamiento de pacientes con insomnio y trastornos del estado de ánimo.