Disparar a una vaca y otras cosas moralmente cuestionables que puedes hacer de turismo

Ser turista no es tarea fácil. Viajar es caro y cansado, y a veces nos preguntamos qué hacemos tan lejos de casa cuando podríamos estar disfrutando de todas las comodidades del hogar y viendo algún vídeo de Costa Rica en 4k en YouTube. Sin embargo, también proporciona experiencias y riqueza, abre la mente y, desde luego, queda para siempre en el recuerdo. Y lo bueno de la globalización es que en la actualidad tenemos la suerte de poder viajar a cualquier parte del mundo con poco esfuerzo siempre que tengamos el bolsillo lleno.

Y en nuestro empeño por diferenciarnos de los demás, buscar experiencias que nos distingan y conseguir la foto de Instagram más impresionante, a veces caemos en cosas moralmente reprochables. Podemos achacarlo a shock cultural (donde fueres haz lo que vieres, son sus costumbres y tenemos que respetarlas, etcétera), pero desde luego, siempre parece curioso ver a un turista occidental visitando una favela o disparando a una vaca con un lanzagranadas, por poner algún ejemplo.

Visitar un zoo humano en Tailandia

Durante la década de los 90 y coincidiendo con el conflicto en Birmania, la tribu Kayan o Karen (una de las minorías tibeto-birmanas que habitaba en Myanmar) huyó a Tailandia, donde se asentó en una zona fronteriza, sobreviviendo a base de limosnas. Dentro de dicho grupo étnico se encuentran las llamadas padaung o mujeres de cuello de jirafa, que tienen la tradición de llevar collares dorados que les alargan el cuello y se incrementan a medida que crecen. Como sobrevivían a base de limosnas, durante aquellos años se puso de moda que los turistas pagasen por ver a aquellas mujeres de aspecto singular, al más puro estilo zoo humano.​

Hasta hace unos años seguía siendo muy popular realizar viajes organizados para poder ir a ver a la tribu en su cotidianeidad. ACNUR denunció la explotación turística y el propio gobierno de Birmania ha intentado que la costumbre se extinguiese, tachándola de barbárica y de que da una mala imagen de un país que pretende ser desarrollado, pero también generaba mucho dinero al ser un negocio bastante rentable.

Disparar a una vaca en Camboya

En los últimos años, Camboya ha experimentado un gran crecimiento económico y se ha convertido en un destino de moda para el turismo por el sudeste asiático. El país ha superado una guerra, un golpe de estado y carestía y hambruna. Quedan todavía muchas armas del conflicto que se utilizan para actividades moralmente cuestionables. Por ejemplo, disparar con un bazuca, un lanzagranadas o una Ak-47 a distintos ‘objetivos en movimiento’, que generalmente son vacas u otros animales vivos.

Visitar lugares donde ha muerto mucha gente

Tras el estreno de la serie Chernóbil se puso de moda visitar la zona en la que se produjo el desastre nuclear. Mucha gente se quejó de la frivolidad, pero en realidad no es tan extraño: es el llamado turismo negro.

¿Es el paso del tiempo el que nos proporciona la distancia histórica suficiente para que esto no sea una falta de respeto?

Desde visitar el bosque de los suicidas en Japón a la zona afectada por el tsunami en el mismo país o la central de Fukushima, al final todas estas cosas no son tan diferentes de una práctica más común como es el viajar a un campo de concentración como el de Auschwitz cerca de Cracovia o visitar Pompeya. ¿Es el paso del tiempo el que nos proporciona la distancia histórica suficiente para que esto no sea una falta de respeto? ¿O quizá el respeto que tenga el propio turista cuando pise el lugar?

Como curiosidad, en otra ocasión ya mencionamos otro tipo de turismo cuestionable que se puso de moda a cuento del volcán de la Palma. Los tours de lava son frecuentes en lugares en los que (lógicamente) hay un volcán, como el Kilauea en Hawái o Fagradalsfjall en Islandia. Algunos lo ven peligroso y basado en el morbo, pero los que lo defienden aseguran que apoya a la economía local y preserva a las culturas y el patrimonio intangible de los pueblos.

Tours de lava: cuando el turismo de volcanes se convierte en un peligro

Ada Nuño

Visitar una favela o una barriada pobre

En Río de Janeiro es bastante común que te ofrezcan el visitar Rocinha, Santa Marta, Cantagalo y otras. Quienes organizan dichas visitas aseguran que es una forma de contribuir al comercio local o vivir la experiencia completa de lo que es estar en Brasil. Para otros, sin embargo, además de entrañar un riesgo (en más de una ocasión ha saltado a los medios un asesinato ‘por error’ de algún turista), no deja de ser una manera de visitar la pobreza como si de un zoo se tratase.

En el suburbio de Alexandra, en Johannesburgo (una de las áreas urbanas más pobres de Sudáfrica), es frecuente ver a turistas occidentales recorrer la barriada en bicicleta

Brasil no es el único lugar del mundo en el que son posibles este tipo de propuestas turísticas. En el suburbio de Alexandra, en Johannesburgo (una de las áreas urbanas más pobres de Sudáfrica), no es infrecuente ver a turistas occidentales e intrépidos recorrer la barriada en bicicleta, con algún guía autóctono que les explica su historia. ¿Es moralmente cuestionable? Habría que entrar en temas más profundos que dieran para otro artículo. Este, acaba aquí.

Ser turista no es tarea fácil. Viajar es caro y cansado, y a veces nos preguntamos qué hacemos tan lejos de casa cuando podríamos estar disfrutando de todas las comodidades del hogar y viendo algún vídeo de Costa Rica en 4k en YouTube. Sin embargo, también proporciona experiencias y riqueza, abre la mente y, desde luego, queda para siempre en el recuerdo. Y lo bueno de la globalización es que en la actualidad tenemos la suerte de poder viajar a cualquier parte del mundo con poco esfuerzo siempre que tengamos el bolsillo lleno.