Si miras un poco a tu alrededor y, sobre todo, lo comparas con hace 15 años, la industria de los vehículos está viviendo una revolución tecnológica como nunca vista, transformando los coches principalmente en verdaderos ordenadores sobre ruedas.
Estos incorporan sistemas cada vez más avanzados, desde inteligencia artificial hasta conducción autónoma, que están cambiando radicalmente la experiencia de conducción —por supuesto hay niveles y niveles—.
El gran problema, por así decirlo, es que esta evolución, si bien promete grandes avances en seguridad, eficiencia y comodidad, también trae consigo algún que otro hándicap tanto para los usuarios como para la industria en general.
Tan solo comparemos con, por ejemplo, los bancos. A día de hoy todo funciona a través de la web o aplicaciones, dejando a un lado las míticas cartillas o esa asistencia en la entidad física, que si bien sigue existiendo, está quedando relegada a un segundo plano. Sin embargo, no toda la sociedad, sobre todo aquella que ya es más adulta, tiene por qué entender todos estos avances.
Un 36% de los españoles admite no aprovechar al máximo las funciones de sus coches
¿Son positivos? Sí, pero ¿para todos? Probablemente no. Muchos conductores pueden sentirse casi abrumados por la cantidad de funciones y opciones disponibles en sus coches, lo que puede llevar a que no se aprovechen plenamente las capacidades de este, por un lado, o incluso usarlas mal, por el otro.
Según un estudio realizado por Midas, y aunque el 47% de los españoles se siente cómodo con la tecnología de su coche, un 36% admite no aprovechar al máximo sus funciones. “Las nuevas tecnologías, como los sistemas de inteligencia artificial, que aún se encuentran en una fase inicial, pueden resultar un gran reto para un importante sector de la comunidad conductora”, comenta a Computer Hoy Enrique Santos, responsable comercial MIDAS.
Sin embargo, Rosa Bellón, directora de comunicación de JLR (Jaguar Land Rover) lo percibe de otra forma: “En líneas generales, los usuarios son capaces de aprovechar la mayoría de las funciones tecnológicas que incluyen los vehículos. La tendencia en los últimos años es que el perfil de consumidor de movilidad avance cada vez más hacia un nivel de expertise que le permite sacar provecho del potencial tecnológico del vehículo, si bien es cierto que siempre existe el riesgo de no poder exprimir al 100% la tecnología del vehículo”.
Un segundo problema a la vista: ¿Qué ocurre con las reparaciones? ¿Serán más costosas?
Dejando esto a un lado, también se pone encima de la mesa un segundo y potencial hándicap: a medida que estos se vuelven más complejos, tecnológicamente hablando, salen a la luz nuevos problemas en cuanto a su mantenimiento y reparación.
Los costes crecen debido a lo novedosos que son los componentes electrónicos y sistemas de IA, y los talleres tradicionales podrían no estar a la altura para esas nuevas tareas, dejando tu taller de toda la vida y de confianza totalmente inútil. “El verdadero impacto de la tecnología del vehículo en cuanto al mantenimiento y reparación de un vehículo no se produce tanto a nivel de coste (aunque evidentemente también influye), sino en la complejidad del tipo de reparación”, explica Rosa Bellón.
“Necesitamos en nuestros talleres y concesionarios un nuevo perfil que trascienda de la mecánica tradicional y que tenga una amplia base de conocimiento tecnológico para reparar las nuevas averías a las que se enfrentan los vehículos modernos”, añade.
“Es cierto que algunos sistemas electrónicos y componentes especializados requieren equipos de diagnóstico avanzados y personal altamente capacitado. Esta casuística obviamente impacta en el precio final de la reparación, que puede ser hasta un 40% más elevado que en las reparaciones estándar. Sin embargo, aún con este coste añadido, estos avances también permiten detectar problemas con mayor precisión y rapidez”, aseguran también desde Midas.
Tal y como explican, el 43,8% de los españoles considera que los paquetes tecnológicos de los coches modernos hacen que estos presenten más fallos o problemas que además son difíciles de solucionar, por lo que se convierte en fundamental acudir a especialistas.
Además, existe el riesgo de obsolescencia programada, donde los sistemas de los coches podrían volverse obsoletos en un corto período, requiriendo actualizaciones con cada vez más frecuencia o incluso el reemplazo completo de ciertos componentes. Sin embargo, desde Midas no consideran este aspecto un gran problema.
“Es cierto que la rápida evolución de la tecnología en los coches modernos puede generar la percepción de que los vehículos se vuelven obsoletos más rápidamente. Si bien esto tiene cierta lógica cuando hablamos de baterías de vehículos 100% eléctricos, donde aún no es posible determinar la vida real de una batería, vemos la tecnología como una aliada para extender la vida útil de los vehículos, en lugar de acortarla”.
Al final más puede que no siempre sea es igual a mejor, aunque teniendo en cuenta que quienes van a comprar coches son las nuevas generaciones, en una gran mayoría, parece que, de nuevo, los mayores quedan relegados a un segundo plano.
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