Uno de los grandes avances en la ciencia de las últimas décadas es la puesta en funcionamiento del telescopio espacial James Webb de la NASA, que está identificando, a años luz de distancia, multitud de astros que gobiernan en el universo.
Y bien, el telescopio espacial James Webb de la NASA acaba de identificar los detalles de un nuevo planeta que podría catalogarse como “infernal”.
El telescopio espacial ha determinado que VHS 1256 b, un planeta a unos 40 años luz de distancia, cuenta con una particular atmósfera, en concreto, compuesta de remolinos de nubes de arena caliente que se elevan, se mezclan y se mueven durante su día de 22 horas. No obstante, en su atmósfera, las temperaturas pueden llegar a superar los 815 °C.
También han realizado detecciones de agua clara, metano y dióxido de carbono con datos del telescopio, encontrando amplias evidencias, según informa el equipo de investigadores dirigido por Brittany Miles de la Universidad de Arizona.
Se formó hace 150 millones de años que, en términos astronómicos, es relativamente cercano en el tiempo, y quizás explique sus cielos turbulentos debido a su juventud.
“Ningún otro telescopio ha identificado tantas características a la vez para un solo objetivo. Estamos viendo muchas moléculas en un solo espectro de Webb que detallan los sistemas dinámicos de nubes y clima del planeta”, señala Andrew Skemer, de la Universidad de California.
Cuenta con una gravedad baja en comparación con las enanas marrones más grandes
También pudieron detectar granos de polvo de silicato más grandes y más pequeños dentro de las nubes. “Los granos de silicato más finos en su atmósfera pueden parecerse más a pequeñas partículas en el humo. Los granos más grandes podrían parecerse más a partículas de arena muy calientes y muy pequeñas”, añade Beth Biller de la Universidad de Edimburgo.
Los investigadores afirman que este planeta cuenta con una gravedad baja en comparación con las enanas marrones más grandes, dando a entender que sus nubes de silicato pueden aparecer y permanecer más alta en su atmósfera.
“Hemos identificado silicatos, pero comprender mejor qué tamaños de grano y formas coinciden con tipos específicos de nubes requerirá mucho trabajo adicional. Esta no es la última palabra en este planeta, es el comienzo de un esfuerzo de modelado a gran escala para adaptarse a los datos complejos de James Webb”, añade Brittany Miles.