Las codiciadas botellas de Fillico solo se encuentran en las mesas de los ricos, y en las fiestas de alto standing. Una botella estándar cuesta 1.000 euros, pero las ediciones limitadas suben a los 10.000 euros. ¿Se trata de un vino francés reposado durante décadas? ¿Un whisky escocés añejo? En las botellas de Fillico solo hay… agua.
La empresa japonesa Fillico se fundó en 2005 con un objetivo que parece una locura: convertir una botella de agua en un lujo.
Casi 20 años después, sin duda lo ha conseguido. Sus botellas de agua de 1.000 euros se agotan a menudo, y las ediciones de 10.000 euros acaban en las mesas de actores y millonarios, y en restaurantes de lujo.
¿Cómo es posible que una botella de agua valga 10.000 euros?
Desde un punto de vista comercial, la estrategia de marketing de Fillico merece ser estudiada en las escuelas de economía. Y seguramente ya ocurre.
En primer lugar, tenemos la calidad del producto. El agua de Fillico está entre las más puras del mundo, ya que procede del manantial de Nunobiki, en las profundidades del Parque Nacional de Rokkou, en Kobe. Esta agua de manantial se filtra de forma natural a través de roca volcánica, obteniendo una serie de minerales que le otorgan un sabor único.
Fillico emplea técnicas especiales para embotellar el agua con el mínimo procesamiento industrial, manteniendo su pureza.
Conseguir agua extremadamente pura y sabrosa, no es suficiente para pedir 1.000 euros por un litro. Existen aguas de gran calidad en todo el mundo, y muchas de ellas son gratis, o apenas valen 2 o 3 euros la botella.
Para crear una experiencia única, Fillico diseña botellas artísticas que incluyen cristales Swarovski, decoraciones de oro y plata, y auténticos diamantes.
Además dispone de diseños temáticos inspirados en los signos del zodíaco, Hello Kitty, la Navidad, las estaciones, moda de alta costura, etc.
De nuevo, aun con un aspecto lujoso, no es suficiente para convencer a la gente de que pague una millonada por un litro de agua. Hay que convertirlo en un objeto deseable. ¿Cómo? Haciendo que lo consuman ricos y famosos.
Fillico inició una campaña publicitaria muy bien estudiada, aliándose con Christian Dior para servir el agua en sus fiestas, y convirtiéndose en patrocinador oficial del Festival de Cannes, para que las cámaras mostrasen a actores famosos bebiendo agua Fillico en las ruedas de prensa.
La campaña fue todo un éxito. El agua Fillico comenzó a asociarse a ricos y famosos, y las ventas comenzaron a subir. El último golpe maestro ha sido producir en cantidades limitadas: solo 5.000 botellas al mes.
En 20 años, Fillico ha conseguido lo que parecía imposible: convertir el agua en un producto de lujo, y vender sus botellas de agua Fillico a precios entre 1.000 y 10.000 euros. Absolutamente impresionante.
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