La alcaldesa de París siembra la polémica: quiere que los aros olímpicos se queden en la Torre Eiffel

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Cuentan que cuando, el 26 de enero de 1887 comenzaron las construcciones de la Torre Eiffel en París (que duraron dos años) no había nadie muy contento. Especialmente los intelectuales, que firmaron una carta (la famosa Protesta contra la Torre del señor Eiffel) en la que pedían que, por favor, esa terrible Torre de Babel, esa estructura de hierro tan espantosa, desapareciese cuanto antes de la ciudad de la luz. De Guy de Maupassant a Alejandro Dumas, muchos fueron los que estaban en contra de esa nueva creación, símbolo de los cambios y la modernidad. “Lo colosal tiene un atractivo y encanto propios”, fue la respuesta de Gustave Eiffel, artífice de la torre más famosa de París. Y la torre se quedó.

En general, cuesta adaptarse a los cambios. Aunque ahora la diatriba es otra: los descendientes de Gustave Eiffel se oponen a los planes de la alcaldesa de París de dejar los anillos olímpicos como elemento permanente en el monumento francés que lleva el nombre del ingeniero. “No fue concebida como una plataforma publicitaria”, advirtieron. Sin embargo, parece que a Anne Hidalgo, actual alcaldesa, poco le importa lo que tengan que decir los descendientes del arquitecto: “Como alcaldesa de París, la decisión es mía”, afirmó, según relata The Guardian.

La alcaldesa de París: “Estoy encantada de que los franceses se hayan enamorado de París nuevamente, después de años de criticar los Juegos”

La alcaldesa también señaló que quiere que el espíritu de celebración se mantenga y por eso pretende dejar los anillos. “Estoy encantada de que los franceses se hayan enamorado de París nuevamente, después de diez años de criticar y decir que los Juegos Olímpicos iban a ser un infierno“.

La estructura en concreto, con forma de anillos, de más de 30.000 kilos, 29 metros de largo y 14 por alto, es demasiado pesada para mantenerse permanentemente en la Torre, pero Hidalgo señaló que pensaba reemplazarla por una réplica de acero más liviana. La ministra de Cultura en funciones, Rachida Dati, que se espera que se presente a la alcaldía de París en 2026, se muestra menos entusiasmada con la medida.

placeholder La Torre Eiffel durante los Juegos Olímpicos. EFE Miguel Toña
La Torre Eiffel durante los Juegos Olímpicos. EFE Miguel Toña

Hidalgo señaló que el Comité Olímpico Internacional había acordado que los anillos pudieran permanecer en la torre (de la que es propietario el Ayuntamiento y es accionista mayoritario de la empresa que la administra). Sin embargo, Olivier Berthelot-Eiffel, tataranieto de Gustave y presidente de la Asociación de Descendientes de Gustave Eiffel, ya señaló su descontento: “Que los anillos se queden un poco más para los Juegos Paralímpicos vale, pero la Torre Eiffel no está pensada como una plataforma publicitaria. Anne Hidalgo debería haber dicho que quería conservar los anillos y pedir opinión”.

“No está bien que lleve el símbolo de una organización externa adherido de forma permanente”

Irónicamente, como sucedió con la creación de la torre hace más de un siglo, también se ha elaborado una petición esta vez en contra de los anillos (e irónicamente, de parte de la asociación de descendientes de su artífice). “Si bien estamos encantados, como millones de ciudadanos franceses, de ver la Torre Eiffel llevar los anillos olímpicos durante los Juegos Olímpicos de París, y, por extensión, de la propia Francia en el mundo, pero no es lo mismo que lleve el símbolo de una organización externa adherido de forma permanente”.

“La Torre Eiffel es un símbolo de París y de Francia y tiene una vocación mucho más amplia que la de estar asociada a una organización o un concepto como los Juegos Olímpicos” indicaron. “Es un monumento protegido y el respeto por su estilo arquitectónico y su obra exige que se autorice y se evalúe su impacto de acuerdo con las normas patrimoniales antes de realizar cualquier modificación sustancial”.

Cuentan que cuando, el 26 de enero de 1887 comenzaron las construcciones de la Torre Eiffel en París (que duraron dos años) no había nadie muy contento. Especialmente los intelectuales, que firmaron una carta (la famosa Protesta contra la Torre del señor Eiffel) en la que pedían que, por favor, esa terrible Torre de Babel, esa estructura de hierro tan espantosa, desapareciese cuanto antes de la ciudad de la luz. De Guy de Maupassant a Alejandro Dumas, muchos fueron los que estaban en contra de esa nueva creación, símbolo de los cambios y la modernidad. “Lo colosal tiene un atractivo y encanto propios”, fue la respuesta de Gustave Eiffel, artífice de la torre más famosa de París. Y la torre se quedó.

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