La pausa como gran herramienta para hacer frente al «burnout» y proteger la salud
EL NUEVO DIARIO, LA ROMANA.-Poner freno, tomar una pausa, cuidarse a uno mismo son acciones sencillas a simple vista, pero esenciales para proteger la salud mental en todos los ámbitos, incluido el del trabajo, según aconsejan los expertos para hacer frente y prevenir el desgaste laboral.
Durante el I Congreso Iberoamericano contra el Burnout que concluye este sábado en La Romana (sureste de República Dominicana), psicólogos, neurocientíficos, médicos, comunicadores y «coaches» presentaron y defendieron una serie de herramientas para afrontar el «síndrome del trabajador quemado» y en las que empresa y empleado deben involucrarse en beneficio mutuo.
LA PRODUCTIVIDAD, GRAN BENEFICIARIA DE UN TRABAJADOR SIN ESTRÉS
En una sociedad en la que se valora sobremanera la productividad, el «burnout» afecta a millones de personas de todo el mundo, que sufren sus consecuencias a nivel físico, cognitivo, emocional y conductual.
Por ello, es preciso, según el experto venezolano en desarrollo de organizaciones Jacques Giraud, redefinir el concepto de productividad, «un cambio de conciencia» en el que han de participar todas las partes involucradas (empleados, empresas y líderes), que debe ir de «arriba a abajo» y tiene que basarse en dos elementos: balance entre vida personal y trabajo e inclusión de la necesidad del descanso en la estructura productiva.
De lo contrario, alertó Giraud en declaraciones a EFE, la productividad se va a ver afectada, el trabajador terminará marchándose y la empresa perderá talento, con la consiguiente repercursión en los resultados.
Para la psicóloga española Alejandra Vallejo-Nágera, ese cambio se debe producir también en la persona porque «tenemos asociado que somos aquello en lo que trabajamos y, si dejo de trabajar, dejo de ser», por lo que no paramos de producir para así no dejar de ser, y ello termina provocando estrés crónico y finalmente «burnout».
En su opinión, también la empresa tiene que afrontar cambios, los departamentos de Recursos Humanos «tienen que ser de recursos y no de recambios humanos, si el trabajador no se adapta a la máquina de producción, lo cambio y ya está».
Como advirtió el neurocientífico argentino Néstor Braidot, el estrés laboral «jibariza» funcionalmente el cerebro, por lo que la toma de decisiones es más pobre, lenta y en ocasiones errónea, y ello repercute en la productividad.
LA DESCONEXIÓN NECESARIA
Ante los efectos negativos del estrés y el desgaste laboral, todos los participantes en este I Congreso Iberoamericano contra el Burnout, organizado por el grupo Vacation is a Human Right Foundation (VIARH), abogaron por utilizar diversas herramientas, pero todas ellas con una característica común: la pausa consciente.
El experto en desarrollo de liderazgo Aldo Cívico apuesta por cambiar el mapa mental, que está «obsoleto», y enfocarlo al futuro que uno quiere crear con positividad.
Para ello, Cívico utiliza una técnica para sanar traumas y liberar emociones a través de su reflejo en la amígdala cerebral y la liberación de neurotransmisores como serotonina, oxitocina o GABA, el «Havening», un tratamiento psicosensorial a través del propio tacto.
Por su parte, Giraud plantea tres herramientas: planear y cerrar cada jornada antes de conectarse digitalmente, estructurar por escrito una agenda con pausas incluidas y planificar la semana y hacer una revisión al final de ella, a fin de que en los días libres no haya ocupaciones laborales.
En esas pausas que defienden los expertos se pueden hacer muchas actividades, eso sí totalmente ajenas al trabajo, como paseos por la naturaleza, mindfulness, meditación, ejercicio (Vallejo-Nágera defiende el Chi kung con beneficios cuerpo-mente) o disfrutar de una buena conversación.
Braidot explica a EFE que el ejercicio aeróbico es esencial, 45 minutos diarios promueven la neurogénesis y benefician el hipocampo, estructura cerebral esencial en el aprendizaje y la memoria.
Y concluye con un mensaje positivo: «A través del entrenamiento uno puede autodirigir el cerebro. Tenemos el cerebro en nuestras manos».