Las líneas rojas de ChatGPT que nunca deberías superar: jamás le preguntes por esto

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Los asistentes virtuales como ChatGPT han llegado para quedarse, y millones de personas los usan a diario para todo tipo de tareas. Desde escribir correos hasta pedir consejos, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta muy útil

Sin embargo, muchas veces olvidamos que estamos hablando con una IA pública, conectada a la nube, y que no es el lugar adecuado para compartir datos personales, financieros o confidenciales. Todo lo que introduces en un chatbot puede quedar almacenado, y en algunos casos, incluso ser revisado por personas reales.

Aunque ChatGPT es una maravilla tecnológica, no es un diario personal, ni un médico, ni un banco, ni mucho menos un lugar seguro para compartir secretos. De hecho, introducir la información equivocada podría poner en riesgo tu privacidad, tu reputación e incluso tu seguridad legal. 

Lo que nunca deberías contarle a ChatGPT

Por mucho que sea una inteligencia artificial, ChatGPT no es ajeno a las normas. Las plataformas como OpenAI tienen mecanismos de detección que filtran contenidos sensibles o peligrosos. Si preguntas, por ejemplo, cómo vulnerar una contraseña, fabricar sustancias prohibidas o manipular a alguien, no solo no obtendrás respuesta, sino que podrías acabar en una lista de vigilancia.

Además, muchos países están endureciendo sus leyes sobre el uso de la inteligencia artificial, lo que incluye sanciones por utilizarla con fines maliciosos. Mejor no te la juegues.

Aplicación de ChatGPT

Unplash

Cada vez más herramientas basadas en IA tienen la capacidad de interactuar con otros servicios, ya que pueden enviar correos, gestionar agendas o ayudarte a automatizar tareas. Para ello, en ocasiones, te pedirán acceso a tus cuentas. Y aunque esto puede parecer cómodo, también es muy arriesgado.

Nunca introduzcas contraseñas, claves API o credenciales bancarias en una conversación con ChatGPT. Si esa información acaba en manos equivocadas o se filtra por error, las consecuencias pueden ser graves. Recuerda que, una vez que lo escribes, ya no tienes control sobre lo que ocurre después.

Los chatbots no están diseñados para gestionar información financiera confidencial. Introducirla podría exponerte a fraudes, robos de identidad o ciberataques. Y no, ni aunque te lo pida el propio asistente como parte de una “tarea”.

Aunque pueda parecer práctico pedirle a la IA una opinión médica rápida, es importante recordar que la IA no es un profesional sanitario. Además, los datos de salud están protegidos por leyes muy estrictas en muchos países, como el RGPD en Europa o la HIPAA en EEUU.

Evita compartir síntomas, diagnósticos, resultados de pruebas o cualquier dato personal de salud, sobre todo si estás hablando en nombre de otra persona. Si gestionas información médica en tu trabajo, es aún más importante no copiar nada en un sistema que no esté validado como seguro.

Muchos empleados usan ChatGPT para ser más productivos en el trabajo, pero esto también tiene su riesgo. Copiar fragmentos de actas, estrategias internas o documentos delicados puede suponer una violación de confidencialidad, como ocurrió con el caso de empleados de Samsung que filtraron sin querer datos internos a través de la IA, según Forbes.

Lo ideal es utilizar versiones empresariales de los chatbots, con garantías de privacidad y servidores dedicados. Y si no es posible, mejor redactar por tu cuenta.

Usar la inteligencia artificial tiene grandes ventajas, pero también conlleva ciertas responsabilidades. Todo lo que escribes en un chatbot puede dejar rastro, así que lo más sensato es tratarlo como lo harías con cualquier otra plataforma pública.

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Etiquetas: Inteligencia artificial

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