Las mujeres que lloran porque te has ido: historia de las plañideras

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El 17 de diciembre de 2011 unas imágenes conmocionaron al mundo por su mezcla de sorpresa y cierto patetismo. El dictador Kim Jong-Il, de la segunda generación de la polémica familia de dictadores de Corea del Norte, había fallecido y, como le sucede a todo dictador que se precie, todo el pueblo estaba triste.

Las imágenes en concreto, que recorrieron el mundo, mostraban a cientos de personas afligidas llorando la muerte de su líder por las calles. Los llantos eran tan exagerados que no podían menos que provocar risa y algunas dudas: ¿lloraba toda aquella gente de verdad porque se había quedado ‘huérfana’, o representaba un papel de cara a la galería por miedo a las posibles represalias?

Parece ser que habrían surgido en el Antiguo Egipto. Estas primeras mujeres llevaban a cabo una demostración bastante ostentosa del dolor, golpeándose el pecho y con el pelo revuelto

De ser lo segundo, tampoco habrían inventado nada. Aunque no era por miedo a las posibles represalias, la figura de la plañidera es tan fascinante y curiosa como la de cualquier ciudadano norcoreano llorando y dándose golpes en el pecho porque su líder se ha ido. ¿Contratar a alguien para que llore en tu funeral pese a que no le une ningún lazo afectivo contigo? ¿Por qué no? Esta es la historia de esas mujeres que cobraban por llorar en los funerales.

Foto: Siempre viene bien llorar sobre un hombro amigo, aunque sea el de un actor. (iStock)

Las plañideras vienen de largo. Del latín plangere, eran como decíamos esas mujeres a las que se pagaba por ir a llorar a los entierros de auténticos desconocidos. Su rol ha sido documentado en distintas culturas desde la Antigüedad, y a día de hoy se siguen utilizando de manera bastante similar en algunos ritos de ciertas culturas. La idea de que estuvieran en los funerales era bastante simple: debían servir para contagiar de alguna manera el llanto y así efectuar una catarsis del duelo, lo que además realzaba la importancia de la figura del difunto.

El que fueran mujeres no solo está relacionado con los roles de género históricos, también servía de cierta manera para que ellas pudieran ganarse el sustento en un mundo liderado por varones

Se habla siempre de ‘plañideras’ porque, efectivamente, estas profesionales eran casi siempre mujeres. Como la figura del hombre históricamente debía ser fuerte, parecían poco dispuestos para mostrar emociones ‘débiles’ y más asociadas a ellas. Y más allá de los roles históricos referentes a mujeres y hombres, también servía de cierta manera para que ellas pudieran ganarse el sustento en un mundo liderado por varones. Al final, cuantas más plañideras tuviera un muerto, más importante y rico debía ser el difunto.

Parece ser que habrían surgido en el Antiguo Egipto, según las inscripciones que pueden leerse en las tumbas. Estas primeras mujeres llevaban a cabo una demostración bastante ostentosa del dolor, golpeándose el pecho, con el pelo revuelto e incluso embadurnándose el cuerpo con suciedad para mostrar su comportamiento descontrolado. Había dos mujeres dentro del grupo con una importancia mayor, que debían representar respectivamente a Isis y Neftis.

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De la misma forma, la figura también existió en la Antigua Grecia y en Roma, donde se situaban detrás de los portadores con antorchas. En estas dos civilizaciones la costumbre venía del pueblo judío, que según relataba el profeta Jeremías, Dios enviaba a Israel ‘lloronas’ o ‘lamentatrices’ para mostrar la devastación de Judea y la desolación. En este caso iban cubiertas con velos y llevaban un vaso donde derramaban sus lágrimas.

En nuestro país la figura de la plañidera fue habitual hasta mediados del siglo XVIII cuando la Iglesia Católica la erradicó

Aunque con el paso del tiempo la tradición se fue perdiendo o incluso fue prohibida en determinados momentos, existen todavía ciertas reminiscencias sobre estas personas. En nuestro país, según relataba El Independiente, la figura de la plañidera fue habitual hasta mediados del siglo XVIII cuando la Iglesia Católica la erradicó (aunque se recuperó durante la crisis de 2009). Herencia de ellas son también los coros de mujeres que se lamentan en las procesiones de Semana Santa. En Inglaterra incluso hay una empresa especializada en este nicho de mercado, aunque suene a locura.

Igual que sucedía con Isis y Neftis, con el cristianismo la figura se nutre de imágenes como la de María Magdalena y la Virgen María. El llanto sigue asignado a las mujeres. En algunos países de América Latina todavía se mantiene la mujer de negro que llora por un desconocido. Curioso como en un mundo en que los roles de género están intentando desaparecer, el llanto sigue siendo una cosa femenina y también una manera de demostrar el estatus en aquellos que han abandonado al fin este valle de lágrimas que es nuestro mundo.

El 17 de diciembre de 2011 unas imágenes conmocionaron al mundo por su mezcla de sorpresa y cierto patetismo. El dictador Kim Jong-Il, de la segunda generación de la polémica familia de dictadores de Corea del Norte, había fallecido y, como le sucede a todo dictador que se precie, todo el pueblo estaba triste.

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