Las tasas de interés en los mercados financieros cambian constantemente y con ellos los rendimientos de los bonos soberanos que captan la atención tanto de de inversionistas como de las firmas calificadoras de riesgo.
De acuerdo con datos del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES), elaborados con información de la Dirección General de Crédito Público, los rendimientos de los bonos soberanos dominicanos en dólares, como el de vencimiento al 2033, incrementaron de 5.73% en septiembre de 2024 a 6.68% al 7 de enero de 2025.
Esta tendencia también se observa en los bonos a 2027, 2030 y 2044, lo que evidencia el incremento sostenido en los costos de financiamiento. Para el nivel internacional, el CREES se basa en datos de Trading Economics, los cuales muestran que los bonos de Estados Unidos subieron de 3.62% a 4.69%, los del Reino Unido de 4.0% a 4.7%, mientras que Japón, aunque con rendimientos más bajos, registró un aumento de 0.8% a 1.1% en el mismo periodo.
Los rendimientos internacionales ponen en evidencia las dinámicas globales que afectan a los mercados locales.
Esto no ha sido la excepción para República Dominicana, que ha enfrentado costos financieros crecientes que podrían impactar tanto la sostenibilidad de la deuda como la percepción de riesgo país. Entre agosto de 2024 y enero de 2025, los rendimientos de los bonos soberanos dominicanos y de las principales economías avanzadas mostraron una tendencia al alza, lo que refleja el impacto del encarecimiento del crédito internacional.
El economista, Luis Manuel Piantini, explicó recientemente en una entrevista a elDinero que este aumento en los rendimientos de los bonos dominicanos está influenciado por el diferencial de tasas de interés entre mercados desarrollados y emergentes, además del fortalecimiento del dólar.
“El rendimiento aumenta cuando el precio disminuye porque hay una menor demanda de bonos dominicanos”, señaló. Este comportamiento también se ve afectado por las políticas monetarias en mercados desarrollados y la persistencia de déficits públicos elevados.
Por su parte, el economista Miguel Collado Franco, vicepresidente ejecutivo del CREES, enfatizó que las expectativas inflacionarias globales son un factor clave en esta dinámica.
“Los inversores demandan mayor rendimiento al ver el riesgo que todavía existe en la inflación para mantener su retorno ajustado por inflación”, destacó. Según el Corporate Finance Institute, el Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI), desarrollado por J.P. Morgan, es una herramienta esencial para evaluar estos riesgos, al medir la diferencia entre los rendimientos de bonos soberanos y los de referencia en mercados desarrollados.
El economista subrayó la importancia del EMBI, que es el que mide el riesgo soberano comparando los rendimientos de los bonos de países emergentes con los de bonos estadounidenses considerados de bajo riesgo. Resaltó que según datos del Banco Central dominicano (BC), el EMBI para el país se redujo un 5.9% entre enero de 2024 y enero de 2025, un avance, aunque menor al promedio global, que bajó a 13.5%.
El incremento de los rendimientos tiene implicaciones directas para el costo de financiamiento internacional. Piantini señaló que este aumento “representa un costo financiero mayor en dólares, lo que debería propiciar en el gobierno una reducción en el déficit público y más colocación de valores en el mercado doméstico para disminuir el riesgo cambiario”.
Sin embargo, estas medidas deben complementarse con estrategias más amplias para asegurar la sostenibilidad fiscal. Mientras que Collado Franco argumentó que la disciplina fiscal es la única vía efectiva para mitigar los efectos del encarecimiento de la deuda.
Esto implica controlar el gasto público, evitando medidas que puedan frenar la economía, como incrementos tributarios excesivos. Propone eliminar el segundo párrafo del Artículo 5 de la Ley 35-24 de Responsabilidad Fiscal, que permite flexibilizar las reglas de control de gasto en caso de incrementos de ingresos fiscales.
Dijo que esa disposición debilita la credibilidad fiscal al permitir ajustes discrecionales en la regla de gasto. Pero resalta que más allá de la disciplina fiscal, se requieren reformas estructurales para mejorar la competitividad.
Áreas críticas como el sector eléctrico, transporte e hidrocarburos demandan atención inmediata. “El déficit en el sector eléctrico representa hasta el 40% del déficit total del Gobierno Central, un costo insostenible que debería ser corregido”, señaló. Además, propone que existan reformas en el mercado laboral, enfocadas en reducir los costos no salariales, y mejoras en infraestructura que podrían incrementar la productividad, atraer inversiones y fomentar el crecimiento.