Los inexplicables cultos que aún existen incluso después de ser desmontados

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Hay algo en la penumbra de la apariencia humana que nos emboba a todos como niños que observan por primera vez. En los resquicios de esa oscuridad, deambulan los cultos y las creencias extremas, repartiendo sentimientos feroces de incertidumbre. Si por algo nos fascinan estas prácticas es precisamente porque todos somos susceptibles a su atracción. Incluso la persona más empírica, aquella que elude a la razón con cada gesto, puede cruzarse con la confusión que deja cualquier fundido a negro en nuestras vidas. Como una alucinación, el carisma de los cultos da paso a formas de vida basadas en el miedo, en la amenaza, la ansiedad colectiva y, por supuesto, la imagen de un enemigo contra el que hay que “luchar” de infinitas formas posibles.

A veces, muchas veces, no importa que las doctrinas que fundamentan este tipo de creencias extremistas se rompan, se muestren erróneas y equivocadas para que quien las persigue mantenga su atención plena en ellas. Como eso de lo que se alimentan, su permanencia misma entre la sociedad cuando parecen desvanecerse es todo un misterio.

Foto: Fuente: iStock.

Hoy en día son cientos y cientos las sectas que, después de décadas de datos científicos que echan por tierra los textos de sus libros adorados, continúan entre nosotros, más reducidas y con menos presencia en la cultura popular, pero no por ello completamente disueltas. Para algunas, de hecho, parece que la disolución es tarea imposible: pueden mutar, como un virus, o incluso pegarse tan fuerte al recuerdo del pasado que con ello baste para que sigan activas en el presente. Estos son algunos de los movimientos que arrastraron a cientos de personas a considerar finales del mundo o comienzos distintos y que, mucho después de conocer que cada palabra que los construyó fue un invento, llaman a más de uno a tenerlas en cuenta.

Un “despertar celular”

Era 1959 y en Estados Unidos germinaba el escenario perfecto para el pánico. Charles Paul Brown parecía uno de tantos predicadores de sus creencias. Brown se definía como evangelista cuando, de pronto, predicó que había experimentado un “despertar celular”. Así lo definió aquel hombre mientras engrosaba su relato asegurando que su cuerpo brillaba, los versículos de la Biblia desfilaban ante sus ojos y que sentía una “perforación hasta el núcleo de las células y los átomos del cuerpo”. Aquello había transformado su ADN, decía, en un ente inmortal.

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Según explica Peter Ward en Inverse, Brown acabó renunciando a su trabajo para fundar su propia religión basada en las creencias de la inmortalidad. Así, veinte años después de su viaje sideral, creó ‘The Eternal Flame’. Ya era 1982, y el nuevo culto prometía transmitir a sus seguidores la autoproclamada inmunidad a la muerte de su líder, pero a partir de un método distinto al suyo. Para ser como Brown había que tener “relaciones sexuales celulares”.

Obviamente, el plan no salió bien. No sin antes llamar la atención de miles de personas en todo el país y construir unos cimientos mentales inquebrantables incluso después de 2014, cuando el hombre murió. Su propia muerte demostró que no hay nada parecido a la inmortalidad hasta la fecha, pero algunos aún consideran que mediante las prácticas sexuales diseñadas por Brown es posible.

Sí, gran parte de sus enseñanzas han perdurado. En 1996, su mujer y su socio comercial lanzaron una nueva versión de aquel imperio, ahora llamado ‘People Unlimited’. Con la nueva “comunidad” minimizaban casi por completo la participación del ya por entonces enfermo Brown. Todo lo manejaban otras manos, como si el propio concepto inicial se hubiera desintegrado. De hecho, el ‘People Unlimited’ que aún reúne a alguna que otra alma perdida tiene poco o ningún parecido con ‘The Eternal Flame’.

Los fundamentos del marketing mental

Sin embargo, según sostiene al medio mencionado Jeremy Cohen, profesor asistente de estudios religiosos en la Universidad McMaster, si buscamos la historia de este movimiento, “en lugar de llevarnos hasta la década de 1970, cuando comenzó, gran parte de su marketing empieza en 2014“. Otro misterio en la ristra de misterios que envuelven este caso.

‘People Unlimited’ ha tenido que adaptarse para sobrevivir al legado de Brown, y parece que lo ha hecho borrándolo del mapa (digital). En la actualidad, el grupo se enfoca más en la investigación basada en una doctrina “científica de carácter antienvejecimiento” y reniega de aquellos milagros absolutos de lo que presumía saber su fundador. Por supuesto, niegan rotundamente ser una secta.

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Pese a su negativa, tanto ‘The Eternal Flame’ como este ‘People Unlimited’ posterior comparten un rasgo central de muchas comunidades fundadas en una creencia extrema, es decir, sectas: una profecía fallida que no significa el fin del movimiento, sino que puede impulsar una nueva era, eso que a menudo reconocen como “otro nivel”. “Cuando estaba haciendo mi trabajo de campo, cuando lo criaron, a menudo fue de una manera muy negativa”, dice. Cuando Brown murió en 2014, el director de comunicaciones de ‘People Unlimited’, Joe Bardin, apuntaba hace años a los medios locales de Arizona que “mientras que las ideas de la inmortalidad ardían intensamente dentro de él, vivirla a menudo eludía a Brown”.

Los extraterrestres te rescatarán

A esa llama eterna le acompaña de algún modo otras formas de interpretar el destino humano. Si lo de Brown se negaba rotundamente a que el destino supusiera un final, otros lo veían cerca. Calma, porque había una solución. En su libro de 1956, When Prophecy Fails, Leon Festinger, Henry Riecken y Stanley Schachter siguen un culto fundado en la supuesta predicción de que sus seguidores serían rescatados por platillos voladores antes de que el mundo terminara un 21 de diciembre. El profeta principal de The Seekers (rapturists) o en español Los Buscadores (también llamados a sí mismos La Hermandad de los 7 Rayos), creía que estaba recibiendo mensajes de seres de otro mundo llamados Guardianes, uno de los cuales era Jesús reencarnado, quienes le informaron sobre una inundación inminente. Atrajo a un número modesto de seguidores, pero el culto no salió a reclutar miembros. No confundir con la banda australiana de los 60.

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En el período previo al apocalipsis anunciado el 21 de diciembre, el líder emitió una serie de declaraciones muy específicas, pero los seguidores del culto quedaron decepcionados. En más de una ocasión, los miembros del culto se reunieron en el patio trasero de la casa del líder, esperando ser recogidos por un platillo volador en una fecha y hora específicas, solo para ser levantados por sus salvadores extraterrestres. Cada vez que las predicciones del líder de la secta no se cumplieron, este inventaba alguna excusa, incluso afirmando que todo era parte de una prueba.

Pero cuando llegó el 21 de diciembre y ni el Jesús del espacio ni la inundación se materializaron, la líder “consultó” con los “guardianes”, quienes le dijeron que sus acciones y preparación habían salvado al mundo del desastre y que la inundación ya no era una amenaza.

Este habría sido un punto natural para que el grupo se disolviera (la profecía ya no era relevante), pero ocurrió lo contrario. Los días posteriores al 21 de diciembre, el grupo hizo mucha publicidad e invitó a los reporteros a entrevistas. En las condiciones adecuadas, argumenta el libro, una profecía fallida puede ser lo mejor que le pase a una secta. El libro sigue siendo un trabajo influyente sobre la psicología de las sectas. En su esencia se encuentra el concepto de disonancia cognitiva: el conflicto que experimentan los humanos en sus mentes cuando partes de sus cerebros están en desacuerdo entre sí.

Perdiendo peso a lo cristiano

Los pánicos morales “garantizan el tipo de implicación emocional que mantiene el interés, no solo de los lectores de periódicos sensacionalistas, sino de los de gran formato, así como los índices de audiencia de las noticias y la televisión sobre crímenes reales, e incluso los propios medios están dispuestos a tomar parte de la culpa”, escribían hace más de dos décadas las académicas Angela McRobbie y Sarah L. Thornton en un estudio que indagaba en los principios de movimientos como estos.

Podríamos pensar que cuanta más muestra, más se van desintegrando, pero en nuestro paradigma la lógica funciona a la inversa: en cuanto alguien susurra “se viene documental”, los caminos de muchos cultos casi ocultos renacen. Ese es el caso del legado del cabello de Gwen Shamblin. Su despampanante cardado lo dice claro: es fundadora del programa de dieta cristiana ‘The Weigh Down Workshop’ y de ‘Remnant Fellowship’. Si ninguno de los nombres te suena, seguro que nada de lo que te sugieran va mal encaminado. Su lema era “dejar de inclinarse ante la nevera y cómo volver a inclinarse ante Dios”, como dijo en una entrevista.

En su esencia, se trataba de un movimiento contra los kilos. Licenciada en dietética, en 1986 Shamblin decidió fundar un programa de tareas para la pérdida de peso como una tarea espiritual, sin restricciones de alimentos, regímenes de ejercicio, pesajes o conteo de calorías. A punto de llegar a la década de los noventa, aquello se basaba en seminarios guiados por una líder a través de la pantalla (vamos, cintas VHS que prometían la delgadez).

No imagines salas de aerobic o retiros en la montaña. Ni una cosa ni la otra: aquel programa se empezó a ofrecer en alrededor de 600 iglesias en 35 estados de Estados Unidos. 1994. Y aquellos encuentros crecieron y crecieron hasta llegar incluso a Gran Bretaña y Canadá. Nada menos que 5.000 iglesias, con alrededor del 10% ubicado en el estado natal de Shamblin, Tennessee, para los últimos años de la década. “Durante años, Shamblin proyectó una fachada brillante, burbujeante y lujosa: una empresaria cristiana hecha a sí misma dedicada a ayudar a otros, particularmente a las mujeres, a lograr finalmente sus objetivos de pérdida de peso acercándose a Dios, con una mansión estilo plantación en las afueras de Nashville”, así lo describe la periodista Adrian Horton en un artículo para The Guardian con motivo del estreno del documental basado en la vida de esta gurú.

En 1999, Shamblin acabó rompiendo con la iglesia cristiana, la rama conservadora del evangelicalismo en la que creció, y lanzó ‘Remnant Fellowship’; entonces síbasada, toda una escuela basada en sus clases, sus enseñanzas sobre una dieta intuitiva de fe. Poco a poco, fueron surgiendo casos de víctimas con problemas mentales, trastornos alimentarios e incluso relatos de abusos sexuales.

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