Para la sociedad occidental, Japón es un mundo distinto. Este cliché, por supuesto, está alimentado por formas de distanciamiento cultural de lo más variado, pero lo cierto es que en algunos aspectos son, efectivamente, dos mundos distintos. Un nuevo estudio científico, por ejemplo, asegura que los niños japoneses tienen una forma de caminar bastante particular que no se parece en nada a las que aprenden otros niños del mundo. ¿Cómo puede ser esto? ¿A qué se debe?
A través de esta curiosa investigación, publicada en la revista ‘Scientific Reports’, un grupo de investigadores de la Universidad de Nagoya (Japón) analizaron la forma de caminar de los niños de dicho país para compararla con la de otros países con el fin de comprender la evolución de este andar en los niños.
Si bien aún no han podido descubrir formalmente las razones, la primera observación confirma la base de su teoría: los jóvenes japoneses tienen su propia forma de caminar. Ligeros movimientos en algunas zonas del cuerpo hacen distinguir la particularidad de esta actividad entre un extremo y otro del planeta.
La clave está en los pies
Para llegar a esta constatación, los científicos utilizaron un sistema de análisis de la marcha en 3D. Así, estudiaron cómo caminaban 424 niños de 6 a 12 años en diferentes etapas de sus vidas. Al observarles detenidamente, resultó que los jóvenes japoneses caminan más con los pies hacia adentro que otros niños del mundo.
Además, hay otras diferencias notables. Por ejemplo, los niños más mayores que participaron en el estudio (de entre once y doce años) eran más propensos a apretar los dedos de los pies mientras tenían menos rango de movimiento en las rodillas. Incluso también parecen dar pasos más pequeños y, por lo tanto, más numerosos que los niños más pequeños.
Según los autores, estas peculiaridades tienen motivos aún desconocidos, pero eso no quiere decir que no contemplen algunas pistas. Cada una de ellas conduce al mismo concepto: la forma de vida de los niños japoneses. En esa línea, evocan que la diferencia podría tener que ver con su dieta, particularmente saludable, que juega un papel en la baja tasa de obesidad para el grupo de edad que va de los seis a los doce años.
El sentarse “bien”
Sin embargo, otro actor podría entrar en juego e influir en la marcha de los niños: aquello que llaman “seiza”, y que quiere decir algo así como sentarse correctamente. Es simplemente la forma tradicional en que se hereda la conciencia del sentarse en Japón y consiste en arrodillarse en el suelo, las piernas dobladas debajo de los muslos y las nalgas apoyadas en los talones. Pues bien, esta postura podría estar presente también cuando sus piernas se ponen en marcha.
Pero entonces, ¿cómo explicar la diferencia en la longitud de los pasos en los niños según su edad? De nuevo, y aún sin la certeza absoluta, una razón parece hacerse cargo de esta curiosa distinción. Los investigadores detrás del estudio notaron que los niños en su mayoría caminan a la escuela y, a veces, juntos. Sin embargo, los más pequeños tienden a dar pasos más grandes para seguir el ritmo de los mayores.
Para la sociedad occidental, Japón es un mundo distinto. Este cliché, por supuesto, está alimentado por formas de distanciamiento cultural de lo más variado, pero lo cierto es que en algunos aspectos son, efectivamente, dos mundos distintos. Un nuevo estudio científico, por ejemplo, asegura que los niños japoneses tienen una forma de caminar bastante particular que no se parece en nada a las que aprenden otros niños del mundo. ¿Cómo puede ser esto? ¿A qué se debe?