París.- La tensión entre el entrenador, Luis Enrique, y su estrella, Kylian Mbappé, murió a base de goles, porque los intereses comunes de uno y otro estuvieron por encima de las rencillas que puedan acarrear.
Luis Enrique y Mbappé hablan un idioma similar, el de la eficacia en el campo, el triunfo y todos los medios posibles para lograrlo. El técnico busca sacar el máximo rendimiento de su jugador y el delantero quiere añadir una línea más a su ya nutrida historia en el club de su ciudad natal.
Los dos goles conseguidos en Anoeta contra la Real Sociedad por Mbappé demuestran que la gestión que el entrenador está haciendo de sus últimos meses en la capital francesa pueden dar sus frutos.
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Luis Enrique, que ha retirado al máximo goleador de la historia del club su condición de titular indiscutible, trata de sacar partido de esta situación de una forma doble- por un lado prepara al equipo a jugar sin su máximo referente; por otro, espolea la motivación del jugador que tendrá menos minutos para marcar la historia.
En su primer gran envite, la apuesta le ha salido bien al ex seleccionador español. Apenas aireado que Mbappé no seguirá en el PSG la próxima campaña, Luis Enrique le dejó en el banquillo en el once de salida del duelo contra el Nantes, le cambió a la hora de juego frente al Rennes y durante en el descanso contra el Mónaco.
Picado en su orgullo, el jugador mostró su malestar en el Principado acudiendo al palco, junto a su madre, en la segunda mitad del partido contra su antiguo club y, al día siguiente, pidió una reunión con el entrenador. Justo lo que Luis Enrique buscaba.
El técnico le explicó la nueva situación y le dijo que hasta el 30 de junio seguirá siendo la mejor arma del club, pero solo en aquellas citas que sean imprescindibles para el equipo. En otras palabras, en la liga nacional, donde el PSG goza de una cómoda ventaja, el entrenador español rodará a su efectivo de cara al futuro; en la Liga de Campeones se pondrá en manos de su goleador.
La pipa de la paz
En San Sebastián la fórmula pareció dar resultado. Mbappé apareció más motivado que en sus últimas apariciones y desarboló la defensa “txuri urdin” en dos fogonazos que propulsaron al PSG a los cuartos de final de la Liga de Campeones tras dos años de ausencia.
Entrenador y goleador abundaron en el mensaje. “No tengo ningún problema con el entrenador. Tengo mucho, pero el entrenador no es uno de ellos”, dijo el jugador. “A Kylian no hay que gestionarlo. Se gestiona solo”, afirmó el técnico, satisfecho de haber conseguido su propósito.
El club sigue los últimos coletazos de Mbappé en su vestuario con una mezcla de decepción y esperanza. El presidente, Nasser Al-Khelaifi, repitió que están ya pensando en el futuro, aunque se negó a confirmar que la puerta esté cerrada para el delantero.
El tiempo dirá si la apuesta de Luis Enrique le sale ganadora, en un club donde solo la victoria en la Liga de Campeones es sinónimo de éxito. Por ahora, el entrenador español gana tiempo para seguir afinando su proyecto y para proseguir la gestión de los últimos meses de Mbappé en el equipo.
El jugador sonríe al verse de nuevo propulsado a lo más alto de la galaxia futbolística, donde siempre ha querido estar. “Siempre trato de brillar. A veces lo consigo y a veces no. Pero nunca me escondo”, afirmó, con una sonrisa en los labios, poco después de abandonar Anoeta con el olor a pólvora todavía en sus botas.