Cuando los niños son tímidos los padres asumen que es parte de la personalidad, o una reacción normal ante lo desconocido, ignorando en el problema que puede llegar a convertirse.
Para la especialista en psicología infanto juvenil e inclusión educativa, Leyshy Cabrera, es frecuente que los efectos inmediatos de esta situación se evidencien en el entorno educativo e interfiera en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
“A su vez, se les dificulta el desarrollo de interacciones sociales y la vinculación con sus pares, su auto concepto se puede ver deteriorado y pudieran llegar a desarrollar una creencia distorsionada de sus propias capacidades, por lo tanto, un inadecuado nivel de estima personal”, agregó.
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Cabrera explicó que por lo general las personas suelen relacionar el término timidez con la introversión, y es necesario aclarar que no significan lo mismo, pues ciertamente hay niños que prefieren relacionarse con un grupo limitado de personas y que se sienten cómodos consigo, es decir, no necesitan estar rodeados de muchas personas.
Esto ocurre en niños introvertidos, pero, cuando un niño siente la necesidad de establecer contacto con otras personas, pero experimenta una sensación de temor, inseguridad, vergüenza, vulnerabilidad y estrés, se está hablando de timidez, que es una manifestación de ansiedad ante el establecimiento de relaciones sociales.
“Generalmente, hay ciertas edades en la que los niños muestran mayor dificultad para establecer contacto con otras personas de manera fluida, sin embargo, esto es transitorio y les tomará un lapso de tiempo evaluar el entorno para determinar si es o no seguro, para así, posteriormente establecer contacto, cuando se habla de timidez existe una clara dificultad para lograr hacer esta transición y es experimentado como un acontecimiento desagradable, el cual procuran evitar”, expuso la encargada infanto juvenil del Centro Vida y Familia.
Por lo general los niños tímidos son fáciles de identificar, pues normalmente presentan síntomas psicofisiológicos: temblor, taquicardia, sudoración, náuseas, tono de voz disminuido, taquicardia y dolor de estómago. Asimismo, tienen conducta evitativa o retraída, se resguardan tras los padres o figuras protectoras, y fracaso en situaciones de interacción social.
Seis consejos
- Ayudarles a establecer transiciones.
- Evitar exponerlos deliberadamente a situaciones sociales que expresan no saber manejar.
- Validar sus esfuerzos por establecer contactos por pequeños que sean.
- Validar sus emociones.
- Anticipar los escenarios en los que posiblemente se sienta expuesto (a).
- Acudir a terapia con especialista infanto juvenil a fin de esclarecer la situación y formular un diagnóstico que le permita desarrollar un plan de intervención efectivo para el niño (a).
