Durante años, Mozilla y su navegador Firefox han representado una rareza: un producto moldeado por usuarios exigentes, celosos de su control y poco dados a aceptar cambios impuestos. Por eso, cuando la palabra “IA” empezó a aparece en su discurso oficial, no sonó a simple actualización técnica, sino a posible giro identitario. No era una discusión sobre funciones concretas, sino sobre límites. Hasta dónde puede estirarse Firefox sin dejar de ser reconocible para quienes lo eligen precisamente por no parecerse a los demás.
Antes de que estallara la polémica, Mozilla ya había empezado a dibujar su hoja de ruta en torno a la IA con un tono deliberadamente prudente. En sus comunicaciones hablaba de elección, de transparencia y de evitar que la inteligencia artificial se convirtiera en una capa permanente del navegador. La IA, según ese planteamiento inicial, debía convivir con la experiencia clásica de Firefox sin sustituirla, ofreciendo herramientas concretas y desactivables, y manteniendo la promesa de que el usuario decide si las usa, cuándo lo hace y en qué condiciones.
AI Window. La pieza más visible de esa hoja de ruta es una nueva ventana pensada específicamente para interactuar con un asistente de IA mientras se navega. Mozilla la describe como un espacio separado, completamente voluntario, que permite pedir ayuda contextual sin alterar el resto de la experiencia del navegador. No sustituye a la ventana clásica ni a la privada, sino que se suma como una opción adicional que el usuario decide si activa o no. La compañía insiste en que puede desactivarse en cualquier momento y que su desarrollo se está haciendo en abierto, con una lista de espera para probarla y enviar comentarios.
Por qué Mozilla cree que es importante. Desde la organización argumentan que la IA se está convirtiendo en una nueva forma de acceder a la web y que ignorar ese cambio dejaría al navegador en una posición pasiva. Su tesis es que, a medida que más interacciones pasan por asistentes, se vuelve esencial preservar principios como la transparencia, la rendición de cuentas y la capacidad de decisión. Firefox, como navegador independiente, se presenta así como un intermediario que usa la IA para orientar al usuario hacia la web abierta, en lugar de retenerlo en un entorno cerrado de conversación. Ese equilibrio empezó a resquebrajarse en diciembre, cuando desde la cúpula de Mozilla se reforzó públicamente el mensaje sobre la IA.

La reacción no fue casual si se entiende a quién interpela Firefox. Buena parte de sus usuarios no llega al navegador por inercia, sino tras haberlo buscado de forma deliberada, alejándose de opciones como Chrome, Edge o Safari. Ese perfil más técnico y crítico tiende a vigilar cualquier cambio que perciba como una cesión de control. En ese contexto, la IA no se evalúa solo por lo que hace, sino por el precedente que sienta y por el riesgo de normalizar decisiones tomadas sin el consentimiento explícito del usuario.
El “AI kill switch” y el calendario. Ante la escalada de críticas, Mozilla pasó de las generalidades a los compromisos explícitos. En una respuesta a una carta abierta publicada en Reddit, su CEO, Anthony Enzor-DeMeo, escribió: “Ten la certeza de que Firefox siempre seguirá siendo un navegador construido alrededor del control del usuario”, y añadió: “Tendrás una manera clara de desactivar las funciones de IA. Un verdadero interruptor de apagado (kill switch) llegará en el Q1 de 2026”. Con esa promesa, Mozilla asumía un compromiso verificable: una opción para desactivar por completo todas las funciones de inteligencia artificial en un plazo concreto, el primer trimestre de 2026, como forma de reforzar la confianza.
Cuando el deabte sigue abierto. El anuncio del “kill switch” no cerró el debate, sino que lo desplazó a una cuestión más básica: cuándo entra en juego la IA. Para muchos usuarios, que exista un interruptor para apagarla implica que la IA estaría presente desde el inicio y que es el usuario quien debe desactivarla. La alternativa que reclaman es la contraria, que la IA esté completamente apagada al instalar Firefox y solo se active tras una decisión explícita. En Mastodon, la cuenta Firefox for Web Developers admitió que existen “áreas grises” sobre qué significa opcional en la interfaz, por ejemplo si un botón nuevo cuenta como tal, pero insistió en que el “kill switch” desactivará por completo la IA.
Con la discusión ya sobre la mesa, Mozilla se ha visto obligada a hacer algo que no estaba en el guion inicial: concretar, matizar y comprometerse públicamente más de lo previsto. El discurso sobre la IA en Firefox ha pasado de los principios generales a los detalles incómodos, y ahí es donde se juega la confianza de su comunidad. Las promesas están hechas, los plazos marcados y las palabras escritas. Ahora la diferencia no la marcarán los comunicados, sino cómo se traduzcan esas garantías en el producto final y si Firefox consigue integrar la IA sin diluir aquello que lo hizo distinto.
Imágenes | Firefox | Denny Müller





