Un menor de 15 años, que viajaba con su familia desde Menorca a Londres, terminó por error en Milán el pasado 4 de agosto. El caso ha generado preocupación por la forma en que se desarrollaron los hechos y por las deficiencias que deja al descubierto en los controles de embarque de los aeropuertos en Europa.
Según la información confirmada por el medio The Guardian, el joven se separó de sus padres en la terminal de España. En circunstancias que todavía no se han explicado, consiguió embarcar solo, sin billete y sin estar registrado como pasajero, en un vuelo de easyJet con destino a Italia.
Es importante mencionar que el incidente no solo pone en entredicho el control en la puerta de embarque, sino también la coordinación entre el personal del aeropuerto y la aerolínea. No estamos ante un simple error, sino ante una situación de mayor gravedad.
Un error que cuestiona la seguridad aeroportuaria
El niño no fue identificado hasta que el avión ya estaba en el aire, y fue la policía a través de las imágenes de CCTV quien detectó que había a bordo un menor viajando solo y que, además, no figuraba en la lista de pasajeros. A su llegada al aeropuerto de Milán Malpensa, las autoridades italianas se hicieron cargo de él de inmediato.
Su madre tuvo que desplazarse hasta Italia para reunirse con él, lo que supuso un importante susto para la familia. Aunque el desenlace no tuvo consecuencias físicas para el menor, el recorrido que siguió desde que se separó de sus padres hasta que llegó a otro país refleja un encadenamiento de errores que, en teoría, los protocolos deberían haber evitado.
En cualquier aeropuerto de la Unión Europea, el proceso de embarque incluye varios filtros. Primero, la comprobación de la tarjeta de embarque y el documento de identidad, después, la verificación del número de asiento y el cruce de datos con la lista oficial de pasajeros.
No obstante, en el caso de los menores no acompañados, existen además protocolos específicos, donde el menor debe estar identificado desde el mostrador de facturación y ser acompañado por personal autorizado hasta su asiento en el avión.
Nada de eso ocurrió aquí. El niño no solo no viajaba con un billete válido para ese vuelo, sino que tampoco fue detectado durante los controles previos a la entrada en la aeronave, por lo que este tipo de incidentes no son frecuentes, pero tampoco son inéditos.
En otras ocasiones, errores de coordinación o despistes en la puerta de embarque han llevado a que pasajeros, incluidos menores, acaben en destinos equivocados.
La diferencia es que, en este caso, la persona implicada era un menor de edad que viajaba sin acompañante y que se encontraba en un país distinto al de su residencia sin que sus padres lo supieran. Situaciones así exponen un riesgo evidente para la seguridad y ponen en entredicho la eficacia de los sistemas que deberían impedirlas.
EasyJet abre una investigación
La aerolínea ha confirmado que ha iniciado una investigación interna para esclarecer lo ocurrido. Según un portavoz, están colaborando con el aeropuerto de Menorca y con el proveedor de asistencia en tierra para determinar en qué punto fallaron los procedimientos.
También han señalado que mantienen un contacto permanente con la familia del menor. De momento, no hay explicaciones oficiales sobre cómo fue posible que el adolescente subiera a un avión que no era el suyo sin que nadie lo advirtiera. La compañía se enfrenta ahora a la tarea de revisar sus protocolos para evitar que un caso similar pueda repetirse.
Aunque pueda parecer un error aislado, lo ocurrido plantea una cuestión más amplia, que es la confianza que los pasajeros depositan en los controles de seguridad y en la capacidad de las aerolíneas para garantizar que cada persona que sube a un avión esté registrada y autorizada para hacerlo.
Cuando un menor logra saltarse esos filtros, el problema no se limita a un descuido puntual; apunta a una cadena de fallos que requiere una revisión profunda. Esto es una clara advertencia que cualquier persona, con malas intenciones, puede poner en peligro el vuelo e infiltrarse sin ser detectado.
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