Por RAFAEL RAMÍREZ MEDINA
Estoy muy claro que contribuir a las cargas públicas es un deber constitucional de todo ciudadano, pero esto debe ser en proporción a su capacidad contributiva. A a la vez, este sacrificio económico han de ser revertido en protección social, cumpliendo con el principio de universalidad para beneficiar sin discriminación de ninguna índole a todos los ciudadanos y ciudadanas, bajo el criterio de que los recursos humanos constituyen la mayor riqueza de nuestra nación.
Pero, aun así, consideramos que la equidad debe prevalecer en el reparto de las cargas impositivas. Es decir, que cada contribuyente pague lo que le corresponda pagar. Pero, lo que está sucediendo en nuestro país es que una clase social asume la mayor parte de la carga impositiva y están gravadas todas las actividades comerciales en forma sumamente alta.
Esperamos que la reforma fiscal de la cual se está hablando tome en cuenta rebajar algunos de los impuestos que hoy en día las clases trabajadora y empresarial están pagando y no se aumente más la carga a ambos sectores.
Cuando hablamos de reforma fiscal estamos hablando de un proceso o una disposición que modifica la legislación impositiva. Al hablar de tributación, se hace referencia a los impuestos que las personas, empresas u organizaciones deben pagar al Estado por distintos aspectos. Por esa razón, quiero llamar la atención de que, si vamos tener una reforma, debe ser con el objetivo de mejorar la calidad de vida de todos los dominicanos y no crear nuevos impuestos que vayan en detrimento de la clase trabajadora.
Los impuestos desmedidos y abusivos empobrecen más al trabajador porque hacen disminuir su capacidad de compra; la economía no avanza y los comercios van desapareciendo. Más aún, incentivan la evasión, que es el mayor problema que tenemos, porque a mayores impuestos mayor es la tasa de evasión.
Lo que debemos de hacer es buscar medidas efectivas de control para evitar este mal.
A mi entender, para una reforma fiscal en la República Dominicana podría ser útil considerar la simplificación del sistema impositivo y la reducción de tasas, para promover la inversión y el crecimiento económico; la eliminación de exenciones fiscales que benefician desproporcionadamente a ciertos sectores.
También podría ser importante revisar los impuestos sobre la renta, el ITBIS y los impuestos a la propiedad para hacerlos más equitativos y eficientes, así como la eliminación de los anticipos a las pequeñas y medianas empresas.
Para que una reforma fiscal sea efectiva debe cumplir por lo menos tres objetivos fundamentales: el primero, sin dudas, fortalecer la capacidad del Estado dominicano para que éste pueda llevar a cabo sus objetivos de educación, salud, infraestructura, etc. que nos lleven al crecimiento. el segundo, tener un sistema más justo mediante el cual paguen más los que ganan más y, por tanto, contribuyan más al gasto público. Y tercero, que nos impulse a ser más competitivos.
Es importante tener un sistema tributario más simple, que le cueste menos a las empresas y a la clase trabajadora.
De una cosa si debemos de estar claros: que la reforma fiscal sea primero presupuestaria y solamente después tributaria. Si no es así, no será la correcta.
¿Qué quiero decir? que la reforma fiscal debe de ser precedida por una planificación presupuestaria. De lo contrario, no será efectiva ni adecuada.
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