- Cómo hacer florecer un limonero en casa: el truco que usan los jardineros expertos
- Se encontraron un cuadro de Rembrandt en una inspección de una casa: vendido por más de 1 millón de euros
Algunas personas pueden beber alcohol y despertarse al día siguiente sin dolor de cabeza, náuseas ni fatiga. Mientras muchas otras padecen los efectos clásicos de la resaca, existe un grupo que parece estar biológicamente protegido frente a estos síntomas. La explicación no está en una mayor tolerancia o en trucos caseros, sino en el funcionamiento del metabolismo. La clave está en cómo el cuerpo procesa determinadas sustancias tóxicas generadas tras beber.
Una investigación reciente ha identificado que ciertas variantes genéticas permiten eliminar más rápidamente el acetaldehído, un compuesto que se produce cuando el alcohol es descompuesto por el organismo. Esta sustancia, si se acumula, es la principal responsable del malestar tras el consumo. El gen ALDH2 cumple un papel esencial en este proceso, ya que codifica una enzima que ayuda a neutralizar ese compuesto antes de que cause daños.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F90b%2F978%2F8ad%2F90b9788ad57ebc81e1051739cd5dd812.jpg)
TE PUEDE INTERESAR
Mercedes Pedreño
Además del ALDH2, los investigadores han analizado el impacto del gen ADH1B, que convierte el alcohol en acetaldehído a gran velocidad. Si esa transformación ocurre demasiado rápido y el cuerpo no logra deshacerse de la toxina a tiempo, aumentan las probabilidades de sufrir una fuerte resaca. Por el contrario, quienes poseen una combinación genética favorable parecen resistir mejor los efectos secundarios del alcohol.
El estudio, llevado a cabo por la Universidad de Missouri y recogido por The New York Times, ha sido publicado en la revista Alcohol: Clinical and Experimental Research. La experta Damaris J. Rohsenow, de la Universidad de Brown, advierte que la ausencia de síntomas no implica ausencia de daño: “Sentirse bien no implica que el cuerpo no esté siendo dañado”. Los investigadores alertan de que esta resistencia genética podría favorecer un consumo más elevado y frecuente.