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”¿Has comprado los iguales que te he pedido?”, fue la pregunta que me hizo hace poco mi abuela. Ella se refería a los cupones de la ONCE, los “iguales” de toda la vida. Los billetes de la ONCE han estado presentes en la vida cotidiana de los españoles durante décadas, y una de las curiosidades que más llama la atención es el término popular con el que las generaciones mayores se refieren a estos cupones: “los iguales”. Este apodo tiene raíces históricas que se remontan al origen de las rifas organizadas por personas con ceguera.
En las primeras décadas del siglo XX, las rifas callejeras se convirtieron en una vía de sustento para muchas personas con discapacidad visual. En regiones como Alicante, Murcia y Almería, se crearon iniciativas como “La Caridad”, también conocida como la “rifa de los ciegos alicantinos” o “cupón prociegos”. Esta lotería comenzó a destacar en 1903, gracias al esfuerzo de personas como Francisco Piuzano y Juan Quinto Serna, quienes adaptaron el modelo de sorteos existentes para ofrecer una alternativa laboral a aquellos que, como ellos, enfrentaban dificultades económicas, narran desde el Grupo Social ONCE.
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María del Pilar Díaz
El legado de “La Caridad” y los primeros cupones
La rifa de “La Caridad” marcó un hito en la forma de entender los sorteos solidarios. Cada boleto tenía un coste de diez céntimos, de los cuales seis se destinaban al premio, tres al vendedor y uno a la organización. Esta estructura permitió la creación de un sistema sostenible que beneficiaba tanto a los compradores como a los vendedores, quienes encontraron en esta actividad una fuente de ingresos digna.
El origen de “los iguales”
El nombre “los iguales” surge de una tradición vinculada a los vendedores de cupones, quienes solían recorrer las calles acompañados de sus perros lazarillos, formando lo que popularmente se conocía como “parejas”. Esta característica dio pie a que, en algunas zonas como Murcia o Almería, las rifas de las parejas fueran llamadas de esta forma, “los iguales”. La expresión terminó consolidándose en el imaginario colectivo y aún hoy se utiliza para referirse a los cupones de la ONCE, recordando una historia de esfuerzo, inclusión y solidaridad.
El éxito de este modelo se expandió rápidamente a otras regiones, inspirando iniciativas similares y estableciendo las bases de lo que décadas más tarde se convertiría en la ONCE. En 1938, con la fundación oficial de esta organización, los valores de igualdad y oportunidades se reforzaron, dando continuidad a una tradición que comenzó en las plazas y calles de la zona de Levante.
“Los iguales” como símbolo de inclusión
El uso del término “los iguales” no es solo una expresión nostálgica; es un reflejo del impacto social que tuvieron estas rifas en una época marcada por las dificultades económicas y la exclusión. Al permitir que personas con discapacidad visual desempeñaran un rol activo en la sociedad, estas iniciativas no solo ofrecieron empleo, sino que también fomentaron una mayor conciencia sobre la inclusión y la igualdad de oportunidades.
Uno de los lemas más usados por la ONCE en sus campañas es el de que “todos somos iguales”, manteniendo viva la tradición de la expresión. Hoy, los billetes de la ONCE continúan siendo un emblema de solidaridad y superación, heredando el espíritu de “La Caridad” y recordándonos cómo pequeñas acciones pueden generar un cambio significativo en la vida de muchas personas.