El cáncer de próstata ocupa el segundo lugar entre los cánceres más comunes en hombres en los Estados Unidos, solo superado por el cáncer de piel. Se estima que en el año 2023, más de 288,300 hombres serán diagnosticados con cáncer de próstata, y trágicamente, 34,700 perderán la vida a causa de esta enfermedad. En este sombrío panorama, persiste un antiguo mito en la mente de muchos: ¿contribuye la masturbación al cáncer de próstata? Afortunadamente, la evidencia científica sugiere lo contrario, e intrigantemente, participar en una mayor actividad sexual, incluida la masturbación, podría tener beneficios inesperados para la salud de la próstata.
La idea de la eyaculación en la prevención del cáncer de próstata proviene de varios estudios, en particular de una investigación realizada en 2016 por científicos de Harvard, quienes siguieron de cerca a más de 30,000 hombres durante casi dos décadas. Con un enfoque audaz, estos investigadores les preguntaron a los participantes sobre la frecuencia de la eyaculación durante sus 20 y 40 años.
Sorprendentemente, los resultados revelaron un hallazgo notable: los hombres que eyaculaban más de 20 veces al mes experimentaban una reducción del 20% en el riesgo de cáncer de próstata en comparación con aquellos que eyaculaban solo de cuatro a siete veces al mes, independientemente de su edad. Lorelei Mucci, Sc.D., una de las autoras del estudio y directora del Programa de Epidemiología del Cáncer y Prevención del Cáncer en la Escuela de Salud Pública de Harvard T.H. Chan, enfatiza la importancia de este descubrimiento, calificándolo como un “efecto bastante significativo”.
Si bien el estudio no profundizó en los mecanismos exactos por los cuales la eyaculación frecuente podría proteger contra el cáncer de próstata, Mucci sugiere una posible explicación: la llamada hipótesis de estancamiento de la próstata. Esta teoría sugiere que la eyaculación infrecuente podría permitir que sustancias potencialmente causantes de cáncer permanezcan en la próstata durante períodos prolongados, aumentando así el riesgo de cáncer.
Las implicaciones de este estudio son profundas. La mayoría de los factores de riesgo asociados con el cáncer de próstata, como la edad, la historia familiar, la etnia y la genética, son no modificables, es decir, están más allá de nuestro control. En consecuencia, la idea de que las personas puedan reducir su riesgo de cáncer de próstata a través de un acto simple y placentero como la eyaculación podría tener importantes implicaciones para la salud pública.
Sin embargo, surge el escepticismo. El Dr. Marc Dall’Era, urólogo de la Universidad de California Davis, reconoce la calidad del estudio pero señala que, aunque demuestra una asociación entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata, no prueba de manera definitiva que el orgasmo reduzca el riesgo de cáncer. Plantea la pregunta: “¿Podrían otras variables no medidas haber influido en este resultado? ¿Los hombres que informaron una mayor frecuencia de eyaculación también estaban generalmente en mejor salud?”
No obstante, Mucci señala que la asociación del estudio no pareció estar influenciada por otras variables consideradas en la investigación; el vínculo se mantuvo incluso después de ajustar factores como la actividad física y la dieta.
Varios estudios adicionales también han explorado la conexión entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata, aunque existe debate sobre qué décadas de la vida se ven más influidas por esta relación. Por ejemplo, un estudio australiano de 2017 encontró que la eyaculación frecuente se relacionaba con un menor riesgo de cáncer de próstata en personas de 30 a 39 años, pero no en hombres de 20 años o de 40 años. Además, un estudio más pequeño de 2008 en el Reino Unido indicó que la actividad sexual entre los 50 y 59 años se correlacionaba con un menor riesgo de cáncer de próstata de inicio temprano (diagnosticado a los 60 años o antes), pero se asociaba con un mayor riesgo de cáncer de próstata de inicio temprano cuando los hombres eyaculaban mucho en sus 20 años.
Dall’Era sugiere que no necesariamente aconsejaría a los hombres
