Panorama Nacional. El periodista Ricardo Nieves reflexionó este miércoles de Nochebuena sobre la sociedad líquida de Baumam y la mutación axiológica o cambios enormes de las raíces y valores que han sostenido la humanidad y el consumo agresivo por la red o la internet.
Nieves dijo que se han perdido los valores esenciales como la unidad familiar, el respeto, la cortesía, la responsabilidad, la generosidad y la empatía, “lo hemos cambiado por ir a comprar a un mall. Hoy donde más feliz se siente un ser humano es comprando porquerías”.
En su Café con Nieves agregó que se vive con una presión enorme de un aparato que te dice, tómalo, es tuyo… cógelo ahí. El scrolling, darle a la maquinita o a la pantalla se convirtió en el ejercicio, en el gimnasio de las mentes consumistas. El ego es el centro del universo
Explicó que su lucha es contra el sistema del vacío y del consumo, la banalidad, el egoísmo que es un cáncer, “el amén es el like y las redes y las plataformas son el Nuevo testamento de la humanidad. Nos metieron en una nueva religión del consumo enfermizo”.
Habló sobre el aislamiento social del ser humano, estado en el cual solo piensa para él y solo para él, “el problema es global, no crean que es aquí nada más”.
Sociedad líquida de Bauman
Según Zygmunt Bauman, la sociedad líquida describe la era actual, caracterizada por la inestabilidad, volatilidad y cambio constante, donde las estructuras sólidas (instituciones, trabajos, relaciones) de la modernidad anterior se han derretido, dando paso a vínculos frágiles, individualismo y una búsqueda perpetua de gratificación instantánea, impulsada por el consumismo y la globalización.
El individualismo y el consumismo se da cuando la libertad se confunde con la elección constante de productos y estilos de vida, generando una insatisfacción permanente y convirtiendo a las personas en objetos desechables.
Bauman usa la metáfora del líquido para explicar que, a diferencia de los sólidos que conservan su forma, la sociedad actual es como el agua: no se deja atrapar, muta constantemente y se nos escapa de las manos, obligándonos a una reinvención perpetua en un entorno cada vez más volátil y desvinculado
