Cuando se habla de los fundadores de Apple, primero todos pensamos en Steve Jobs y acto seguido en Steve Wozniak. Jobs, fue el estratega empresarial con una gran visión de futuro, y Wozniak, la mano ejecutora y el brillante inventor.
Sin embargo, la empresa fue fundada por tres hombres: Stephen Wozniak, Steven Jobs y Ronald G. Wayne, ya que también consta en el contrato de fundación de la empresa del 1 de abril de 1976.
Pues bien, este tercer integrante del que poco se habla (aunque ahora os contamos por qué), se unió a Apple para proporcionar a Jobs y Wozniak el concepto de “un adulto al mando”, según un informe de la CNBC, ya que tenía experiencia en Atari, donde conoció a sus dos compañeros. “Ron era un tío increíble. Creaba empresas. Nunca había conocido a nadie así”, explicó Jobs en una entrevista posterior.
Y es que, por aquel entonces ambos tenía 21 y 25 años, respectivamente, por lo que se hacía necesaria la presencia de alguien con experiencia y conocimientos empresariales. Pese a esto, la etapa de Wayne en Apple no duró mucho. Jobs y Wozniak eran jóvenes y estaban arruinados, y a Wayne le preocupaba que cualquier deuda de Apple le acabara generando deudas.
Así que, después de 12 días en la empresa, Wayne retiró su nombre del contrato y vendió su participación del 10 % en Apple a ambos por unos míseros 1.500 dólares. “Me estaba haciendo demasiado viejo”, dijo Wayne, “y esos dos eran torbellinos. Era como tener un tigre por la cola, y no podía seguirles el ritmo”, explicó a posteriori en una entrevista.
Una acciones de Apple vendidas por 1.500 dólares y que hoy valdrían más de 75.000 millones
Sin embargo, aquí viene el problema, la decisión de Wayne de abandonar la entonces start up y vender sus acciones le ha costado bien cara. Hoy, una participación del 10 % en Apple valdría más de 75.000 millones de dólares.
Sorprendentemente, Wayne dice que no se arrepiente de su decisión, sobre todo porque sabe que no tenía futuro alguno en Apple. “Acabaría en el departamento de documentación barajando papeles durante los próximos 20 años”, contó en una antigua entrevista.
En pocas palabras, Wayne se sentía fuera de lugar, como si estuviera a la sombra de gigantes intelectuales. “Sabía exactamente lo que quería hacer. Y era mejor no interponerse en su camino. Jobs tenía un carácter muy agresivo. Pero era la única manera de conseguir lo que había conseguido con Apple. Apple era Steve Jobs”, explicó en 2016.
Sin embargo, hay una cosa en la vida de la que Wayne sí se arrepiente. A mediados de los noventa, vio en una revista un anuncio de una empresa que se dedicaba a los autógrafos y las firmas. Se acordó del viejo contrato de Apple que andaba por ahí en un armario cogiendo polvo y finalmente, vendió el histórico documento por 500 dólares al comerciante.
Años más tarde, Wayne vio en televisión cómo su antiguo contrato era subastado por casi 1,6 millones de dólares en la casa de subastas Sotheby’s. “Lamento este incidente. Pero, ¿qué puedo decir? Es la historia de mi vida, ¿no? Un día tarde y un dólar menos en mi bolsillo”.
Ronald Wayne y la considerable huella que ha dejado en Apple
Pese a que pocos le recuerdan, Ron Wayne ha dejado su huella en la historia de Apple incluso después de su salida como accionista en la empresa.
La primera de ellas fue borrada rápidamente porque a Steve Jobs no le gustaba el primer logotipo de la empresa, que Wayne previamente había diseñado. “En este logotipo, que me encargaron diseñar, capturé la extravagancia de Wozniak. El logotipo con Newton en este marco gótico con la cinta y la inscripción ‘Apple Computer Company’ era, por supuesto, un diseño del siglo XIX, no del siglo XX. Eso ya lo sabía”.
Teniendo en cuenta por dónde decidió ir finalmente la empresa con respecto a su logotipo, desde luego, no encajaba del todo, o al menos no con esa idea modernista de Steve Jobs.
La segunda huella que dejó fue ya algo más importante. Y es que, Jobs preguntó a Wayne si podía diseñar una carcasa para el Apple II. Aunque su diseño nunca se utilizó, sí que es cierto que Apple adoptó el principio básico del diseño. Destacar que fue quien escribió escribió la documentación del Apple I.
A día de hoy, a Ronald Wayne le reconforta pensar que puede haber influido en todo su trabajo posterior. “Hoy en día, un ordenador típico consta de una torre y una placa de circuitos montada verticalmente. El teclado y la pantalla están separados”, explicaba.
“En mi diseño para el Apple II, tenía un diseño horizontal con una placa montada horizontalmente. El teclado estaba integrado en la carcasa. El monitor estaba encima, como una unidad. Utilizaron este diseño para todos los modelos futuros, el Macintosh y el Lisa, y así sucesivamente. Todos fueron construidos de esta manera. Esta forma era única entre los ordenadores modernos”, añade.
En la actualidad y a sus 88 años, Ronald vive ahora en una casa prefabricada móvil en Nevada. Insiste en no mirar al pasado constantemente ya que “eso es malgastar el tiempo”, según declaró a un medio local. Sigue vendiendo monedas de coleccionista y sellos.
Con todo esto y mirando hacia atrás, por su puesto que fue una mala idea, pero, desde luego, fue la mejor que pudo tomar en la situación que se encontraba Apple por aquel entonces. Lo único que cualquiera de nosotros puede hacer es tomar las mejores decisiones que pueda con lo que se sabe hoy.