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El gobierno liberal libertario finalmente cumplió su promesa de liberar el mercado cambiario.
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Los argentinos son uno de los países que más cripto utilizan, en su mayoría stablecoins.
Es justo admitir que en Argentina la popularidad de Bitcoin, primero, y de las criptomonedas, después, se deben en gran medida a los controles de cambios de los últimos 20 años. La generación milennial argentina está marcada por el corralito de 2001 que sufrieron nuestras familias, durante nuestra niñez y adolescencia; y a los controles de cambios desde 2011, nuestros primeros años en el mercado laboral. Todo eso erigido sobre una muy arraigada cultura de ahorrar en dólares y despreciar la moneda nacional.
Bitcoin como escape al cepo
Si uno mira las primeras menciones de Bitcoin en los diarios más importantes de Argentina, encontrará que el uso que se menciona es en general el de “saltarse el cepo” y enviar dinero al exterior. Las particulares condiciones económicas de ese país, junto con el elevado nivel educativo y técnico de gran parte de su población, fueron el caldo de cultivo para que se formara el ecosistema cripto más activo de Latinoamérica.
La inmigración venezolana desde 2013 también desplazó talento de ese país hacia Argentina: las condiciones de Venezuela por esos años (hiperinflación, energía subsidiada y también controles de cambios) incentivaron a muchas personas a recurrir a la minería de criptomonedas como forma de subsistencia, dándoles experiencia con la tecnología blockchain. Muchos migraron a Argentina, llevando consigo ese conocimiento y formando emprendimientos relacionados a cripto, incluido este medio de noticias.
Así como muchos argentinos utilizaban criptos para enviar y recibir remesas, también lo hacían los inmigrantes en Argentina. En este contexto y para satisfacer estas necesidades se formaron muchos emprendimientos relacionados a cripto y finanzas pioneros como Ripio (2013), Xapo (2014) y SatoshiTango (2014). Luego de 2015 comenzaron a crecer mucho más.
Cripto y Fintech
No es coincidencia el año 2015, ya que ese fue el año en el que Argentina eligió a Mauricio Macri como presidente, quien prometió aplicar, luego de 12 años, nuevamente políticas neoliberales. Una de las primeras fue quitar el cepo cambiario. El gobierno de Macri no fue exitoso y antes de llegar a su término, en 2019, volvió sobre sus pasos instaurando nuevamente el cepo cambiario.
Sin embargo, sus políticas modificaron visiblemente el panorama productivo del país. De ser un país tradicionalmente agroexportador y fallidamente industrializado en sus primeros siglos de existencia, en la Argentina del siglo XXI son los sectores financieros, bancarios y de servicios los que están ganando protagonismo.
Tanto en el gobierno de Macri como en el de Fernández, durante la pandemia de COVID-19, vimos la reducción del trabajo formal y manufacturero, la aparición de los neobancos como Brubank (2017) y Ualá (2017) y el auge de billeteras y exchanges cripto como Binance (2020), Lemon (2019) o Belo (2021). El público de estas fintechs no eran trabajadores de empresas radicadas en Argentina, sino en gran medida freelancers y artistas (creadores de contenido multimedia online) que trabajan para el exterior y cobran honorarios en moneda extranjera o criptomonedas. Incluso los sectores más pobres de la sociedad argentina fueron permeados por estas tecnologías de libre circulación de capitales, por ejemplo, en los casos de Worldcoin y los casinos móviles.
Un lugar para la moneda dura y la privacidad
Con ese panorama se llegó a la elección de Milei en 2023. En la edición de LABITCONF de ese año, la preocupación del sector cripto en Argentina era que una liberación del cepo cambiario le quitara atractivo a las criptomonedas, ya que la mayoría de los usuarios las usaban como vía de acceso al dólar.
Sin embargo, un reporte de Lemon de 2024 (publicado el 19/02/2025) mostró que el efecto de reducir las restricciones cambiarias y la inflación en la economía argentina no fue que el público abandonase el rubro en pos del mercado de cambios tradicional, sino que la operatoria de Bitcoin creció 3 veces más que la de las stablecoins. Es decir, en un contexto macroeconómico más estable (menores ritmo de inflación y de devaluación del peso) la población no se ha quedado cómoda con el dólar, sino que ha ido a más, adquiriendo más bitcoins.
Esto no es sorprendente si consideramos que bitcoin ofrece características que el dólar no. Si bien el dólar es percibido en Argentina y en el mundo como una moneda fuerte, es sabido que también sufre de inflación, aunque en menor medida. En cambio, la historia de Bitcoin hasta el día de hoy ha demostrado una valorización constante a pesar de su gran volatilidad.
Por otro lado, el actual gobierno argentino está implementando un programa económicamente permisivo a la vez que profundamente vigilado. Las políticas respecto al ecosistema cripto han sido todas ataques a la privacidad de los usuarios. Asimismo, las reglas que rigen el mercado de cambios libre también son bastante estrictas, ya que requieren que el dinero que se opere esté totalmente declarado.
Con el fin del cepo el gobierno propone un esquema en el cual la ciudadanía puede operar libremente, siempre y cuando todo se haga bajo la mirada atenta del Gran Hermano. Incluso intentan adaptar el ecosistema cripto a esa modalidad, obligando a declarar claves públicas o a almacenar los activos en servicios de custodia. Los bancos pueden operar libremente moneda extranjera, pero todavía no fueron autorizados a operar bitcoin, por ejemplo.
Un sistema permisivo pero vigilado y sin autocustodia solamente está a un paso de volver a poner sus garras en el patrimonio de sus ciudadanos. Plantea una lógica paternalista y de un líder benevolente. El gobierno liberal-libertario no está realmente cortando los tentáculos del leviatán sino solamente manteniéndolos a raya mientras nos envuelve lentamente en ellos.
Esto no se limita solamente a las fronteras argentinas, los condicionamientos para adoptar este tipo de medidas vienen dados por los organismos internacionales que están sosteniendo al gobierno argentino (principalmente el FMI) y forman parte de una agenda de vigilancia y control financieros. Así como el mercado del dólar paralelo, informal, no desaparece al quitarse los controles de cambios, tampoco el espacio cripto deja de tener sentido por no haber controles de cambios.
En Argentina los vientos políticos cambian constantemente, y lo que en un momento está garantizado, en breve pasa a estar sancionado, y viceversa. Los gobiernos atraen capitales con promesas de apertura y blanqueo, y luego los encierran con restricciones e impuestos. Es por eso que la ciudadanía argentina está acostumbrada a guardar dólares en billetes o en cuentas en el exterior como forma de resistencia. Con Bitcoin y cripto, ese poder de resistencia no hace más que aumentar.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.