Un soldado ucraniano ha logrado salvar su vida y la de todo su equipo al derribar un dron ruso en pleno vuelo. La escena, compartida por @CRNICASMILITAR1 en X (antes Twitter), muestra cómo un disparo certero evitó que la explosión alcanzara de lleno al vehículo militar que circulaba a gran velocidad.
La situación refleja la realidad de la guerra en Ucrania, donde los drones kamikaze rusos se han convertido en una de las armas más temidas, capaces de atacar a convoyes en movimiento con una precisión letal. En este caso, la diferencia entre la vida y la muerte dependió de un segundo.
Cabe señalar que el vídeo muestra cómo, tras una explosión a escasos metros que levantó tierra y metralla, el artillero abre fuego hacia el cielo mientras el conductor acelera para escapar de la nube de humo. La reacción inmediata y la puntería fue clave para evitar una tragedia.
En esta guerra, los drones han pasado de ser un complemento a convertirse en protagonistas. Modelos como los rusos Lancet o los FPV de bajo coste son capaces de seguir un vehículo en movimiento y detonar en el momento exacto.
Los soldados ucranianos lo saben, por lo que la defensa contra estos ataques suele ser improvisada, disparos de supresión mientras se intenta ganar metros y escapar del área de impacto. Pero rara vez un disparo consigue derribar al dron.
Por eso este caso se interpreta como un golpe de suerte, que fue un blanco entre un millón. Sin esa ráfaga, en el momento justo, la explosión habría caído sobre el soldado y el vehículo militar.
Ucrania ha tenido que recurrir a la adaptación de vehículos civiles, reforzados con armas pesadas, como medida para mantener la movilidad de sus tropas. Sin embargo, esa misma improvisación los convierte en blancos fáciles para la nueva generación de drones rusos.
Frente a sistemas de guiado, cámaras en alta definición y cargas explosivas preparadas para impactar en el punto exacto, la respuesta a menudo sigue siendo el instinto: disparar hacia la amenaza y rezar por tener éxito. En este caso, el instinto se convirtió en la salvación.
Los drones se han convertido en el arma más temida
Los drones se han consolidado como el arma favorita de las guerras actuales. Su fabricación es barata, sus componentes son fáciles de conseguir y su eficacia está demostrada en cientos de ataques grabados en vídeo.
Un dron FPV, por ejemplo, puede costar apenas unos cientos de euros y causar daños comparables a los de un proyectil que cuesta miles. Esa relación entre precio y capacidad destructiva lo convierte en una herramienta de combate insustituible para ejércitos y milicias.
Además, los drones no solo sirven para atacar, también se emplean para reconocimiento, corrección de artillería y vigilancia. En muchos casos, lo que empieza como un dron comercial adaptado termina transformándose en un arma suicida cargada con explosivos.
Su flexibilidad explica por qué se han convertido en una pieza central de la estrategia rusa en Ucrania, y por qué Kiev ha intensificado su producción local para responder en el mismo terreno.
El peligro añadido es su proliferación, porque al ser relativamente fáciles de fabricar, cada vez más actores pueden usarlos en conflictos, lo que anticipa un futuro donde las guerras estarán dominadas por enjambres de drones.
Para los soldados en el frente, esto significa convivir con una amenaza constante desde el aire, silenciosa y difícil de interceptar. Es por esta razón que el soldado ucraniano tuvo mucha suerte de atinarle al blanco.
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