En menos de 10 años, OpenAI ha conseguido convertirse en una compañía puntera en el campo de las nuevas modalidades de inteligencia artificial, con ChatGPT, su chatbot conversacional, como uno de sus productos más conocidos.
Durante su corta historia, la compañía liderada por Sam Altman ha contado entre sus inversores —y fundadores— con nombres tan importantes como el de Elon Musk, aunque este se marchó 3 años después de su creación.
Sin embargo, otras multinacionales como Microsoft han mantenido una relación estrecha con OpenAI, creadora de ChatGPT y DALL-E.
Cómo nació OpenAI
El origen de OpenAI, que apenas tiene 10 años de vida —su fundación se remonta a 2015—, tiene mucho que ver con las preocupaciones del sector tecnológico ante la posibilidad de la existencia de una inteligencia artificial descontrolada.
Así, varias celebridades de la industria, entre las que se cuentan a Elon Musk y Sam Altman, decidieron unirse en un proyecto sin ánimo de lucro, a pesar de que Musk decidió seguir su propio camino en 2018 ante los potenciales riesgos de esta IA.
Al año siguiente de la salida de Musk, OpenAI viró hacia un modelo híbrido, manteniendo su compromiso de ser una organización sin ánimo de lucro, pero con otro eje que atrajera a inversores, con un retorno lucrativo.
Esto se debía a que GPT, el modelo que OpenAI estaba investigando, requería de numerosos recursos —muy caros— a nivel computacional, más aún al tratarse de la búsqueda de una inteligencia artificial general, la que igualará el pensamiento humano.
A lo largo de 2018, OpenAI lanzó el primer modelo de GPT, aunque sus primeros éxitos consistieron en demostraciones de un bot en videojuegos, como el mítico Dota 2, parecido a League of Legends.
Sin embargo, aún quedaban muchas sorpresas, y OpenAI reservó lo mejor para el final, logrando que uno de sus productos, ChatGPT, llegara al público general de forma masiva.
La llegada de ChatGPT y DALL-E
En 2020, el modelo de Ia de OpenAI ya había logrado grandes éxitos, como la redacción de textos periodísticos bastante notables, en una competición contra profesionales del New York Times.
A este evento mediático le siguió la presentación de PlayGround, una funcionalidad que precedió a ChatGPT —y continúa a día de hoy—, pero que está centrado en desarrolladores que quieran trastear con las API del modelo de OpenAI.
No obstante, aquella herramienta no se dirigía al público general, a lo que la compañía de Altman respondió con el lanzamiento de ChatGPT, un chatbot conversacional que imitaba el lenguaje natural, además de poder responder basándonos en este.
En noviembre de 2022, ChatGPT vio la luz y, en apenas un mes, el chatbot contaba con 1 millón de usuarios; tan solo 2 años más tarde, ChatGPT ha perfeccionado su modelo, con versiones que han mejorado sus capacidades.
Ahora bien, varios expertos firmaron una carta en marzo de 2023 exponiendo sus preocupaciones sobre las siguientes generaciones de modelos de aprendizaje, pidiendo parar el desarrollo durante al menos 6 meses para estudiar los riesgos.
El mismo Musk firmó esta misiva dirigida a OpenAI, en la que se esgrimía lo siguiente: “Pedimos a todos los laboratorios de IA que pausen inmediatamente durante al menos 6 meses el entrenamiento de sistemas más potentes que GPT-4. Los sistemas de IA están llegando a competir con los humanos en tareas generales”.
Pero ChatGPT no está solo, ya que otro de los productos más conocidos de OpenAI es DALL-E —además de Sora para vídeo—, con diferentes versiones que permiten generar imágenes artificiales según un prompt o indicación en lenguaje natural humano.
Esta herramienta se basa en el modelo multimodal de GPT-3, que se lanzó al mercado en 2020. De forma más coloquial, permite la interpretación de diferentes datos, como imágenes, textos o vídeos. Aunque aún hay un proyecto más en OpenAI, el denominado Strawberry.
Strawberry, el proyecto secreto de OpenAI
Strawberry, antes conocido como proyecto Q* —pronunciado como “Q estrella”—, es uno de los secretos mejor guardados de OpenAI.
Según lo que compartió Reuters, parece ser que OpenAI está probando un modelo de IA que es capaz de responder a diversas preguntas sobre matemáticas y otras ciencias al mismo nivel intelectual que un ser humano.
Esto es lo que se conoce como una inteligencia artificial general o AGI, que pretende razonar e interpretar la información de la misma forma que lo haría tu cerebro, con complejas redes neuronales.
De momento, no se conoce nada más sobre el proyecto Strawberry, más allá de una carta de advertencia sobre el peligro de este escrita por un equipo de científicos de la compañía, según un documento al que tuvo acceso esta agencia.
Cómo y quién financia OpenAI
En su propia página web, OpenAI ya advierte de que cualquier inversión en su negocio es de “alto riesgo” y que, por ende, “los inversores podrían perder el capital aportado, sin ver retorno alguno”.
Precisamente, uno de los grandes retos de la compañía es el de ajustar el coste de investigar todo lo relacionado con la inteligencia artificial general (AGI) y lograr un servicio rentable para poder devolver el dinero.
De una u otra forma, OpenAI cuenta con grandes expectativas entre los inversores, ya que tiene detrás de su financiación a multinacionales como Microsoft, con la que mantiene una asociación estratégica —con independencia— desde 2019.
Microsoft
En este sentido, según el organigrama compartido en la web de OpenAI, tanto su organización sin ánimo de lucro como la entidad adicional se mantienen al margen de Microsoft.
Además de la comandada por Satya Nadella, hay muchas otras que se han interesado por el futuro de OpenAI, como Nvidia, Apple o Thrive Capital; a la fecha de este artículo, parece que OpenAI conseguirá una valoración de 150.000 millones de dólares gracias a estas.
Por el momento, cabe destacar que OpenAI sigue funcionando de forma independiente, y ni siquiera Altman, su CEO, tiene capital directo.
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Etiquetas: Inteligencia artificial, Elon Musk
