Panorama Nacional. – El presidente del Instituto Duartiano, Wilson Gómez, respaldó este vienes el reciente llamado de la Embajada de Estados Unidos a sus ciudadanos para que abandonen Haití lo antes posible, ante el clima de inseguridad que vive esa nación.
“Sabemos que en Haití hay un problema grave de inseguridad; cualquier Estado estaría adoptando ese mismo tipo de providencia”, expresó Gómez, quien lamentó que la comunidad internacional continúe de espaldas a la crisis haitiana.
“Haití sigue en una crisis muy profunda, en una situación muy difícil, y lo peor es que la comunidad internacional sigue de espaldas; esto significa que la situación se agrava cada vez que pasan las horas”, advirtió.
Las declaraciones fueron ofrecidas en el marco de un recorrido por distintas provincias fronterizas, donde el Instituto Duartiano supervisó los avances del muro fronterizo.
Gómez recorrió las zonas de Jimaní, Pedernales, Elías Piña y Dajabón, y valoró positivamente los esfuerzos realizados por las autoridades dominicanas.
“Nos impresiona mucho el trabajo que se ha venido realizando desde las Fuerzas Armadas, el Cesfront (el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre) y, por supuesto, desde Migración. El trabajo es apreciable, valió la pena insistir en el muro fronterizo”, señaló.
El presidente del Instituto Duartiano instó a que se mantenga y profundice el proyecto de seguridad en la zona limítrofe.
“Esperamos que se continúe, que se profundice y que las políticas fronterizas se amplíen, a los fines de que haya una mejoría bastante significativa en favor de los habitantes fronterizos”, indicó.
El pasado 20 de junio el ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza, y el ministro de Defensa el teniente general Carlos Antonio Fernández Onofre, iniciaron una nueva fase en la construcción del muro fronterizo entre República Dominicana y Haití.
La extensión contempla 13 kilómetros adicionales de verja perimetral. Esta iniciativa se enmarca dentro de la estrategia del Gobierno dominicano para reforzar la seguridad en la frontera, contener el tráfico ilegal de personas, mercancías y ganado, y, sobre todo, llevar tranquilidad a las comunidades limítrofes.
