El especialista en salud mental, José Miguel Gómez alertó sobre los efectos nocivos de una sociedad que informa mucho, pero no educa.
Al referirse específicamente al papel de las redes sociales en la salud mental de la población, el psiquiatra fue enfático en afirmar: “Estamos en una sociedad hiperinformada, pero emocionalmente huérfana. Se ha sustituido el contacto humano por el consumo compulsivo de pantallas”.
Durante una entrevista con Pablo McKinney en su programa para Color Visión y TVQuisqueya en los Estados Unidos, Gómez señaló que el uso intensivo de plataformas digitales está relacionado con el aumento de los casos de ansiedad, depresión y trastornos de la conducta, especialmente entre jóvenes y adolescentes.
Describió las redes sociales como “espacios de comparación constante, exhibicionismo y validación artificial”, que refuerzan sentimientos de insuficiencia y soledad.
“Nunca hemos tenido tanta gente conectada y a la vez tan sola”. Y advirtió sobre los peligros de una infancia sin vínculos reales ni límites afectivos: “Un niño que crece sin diálogo, sin abrazos, sin modelos emocionales sanos, está expuesto a graves trastornos en la adultez”.
Hizo un llamado a las autoridades a priorizar la salud mental como política pública urgente, con inversión en infraestructura, personal calificado y campañas de educación emocional desde la escuela.
“La salud mental no es un lujo. Es la base de una sociedad que quiera llamarse humana. La salud mental sigue siendo una de las grandes deudas del sistema de salud público”.
Sobre la necesidad de una red nacional de salud mental
Lamentó que el país haya fracasado en establecer una red nacional de salud mental efectiva, a pesar de contar con legislación vigente. A su juicio, la visión asistencialista no ha dado paso a una estrategia integral que incluya prevención, tratamiento ambulatorio y reinserción social
Señaló que muchos pacientes con patologías psiquiátricas viven marginados, sin acceso a atención médica adecuada, y que incluso los hospitales que cuentan con servicios especializados carecen de recursos, personal y seguimiento, por lo que propuso al gobierno reestructurar el modelo de atención en salud mental en la República Dominicana, al considerar que el sistema actual no responde a las necesidades de la población ni a las recomendaciones de los organismos internacionales de salud.
Explicó que el modelo vigente sigue anclado en un esquema hospitalocéntrico, centrado en el encierro institucional, en lugar de priorizar la prevención, la atención comunitaria y la integración social del paciente. Recordó que la Organización Mundial de la Salud promueve desde hace décadas un enfoque basado en la atención primaria, el acompañamiento psicosocial y la rehabilitación en entornos abiertos.
El psiquiatra advirtió que los trastornos mentales constituyen una de las principales causas de discapacidad en el país, afectando a personas de todas las edades, con un notable incremento de casos entre jóvenes y adolescentes. Subrayó que la depresión, la ansiedad y los trastornos por consumo de sustancias son los diagnósticos más frecuentes, y que estos suelen vincularse con factores estructurales como la pobreza, el desempleo, la violencia doméstica y la falta de redes de apoyo.
Gómez indicó que el país necesita con urgencia una red nacional de servicios comunitarios de salud mental, con presencia en todas las regiones, que permita el acceso temprano al diagnóstico y tratamiento.
También propuso incorporar personal especializado —como psicólogos clínicos, psiquiatras y trabajadores sociales— a los centros de atención primaria, con el objetivo de descentralizar los servicios y reducir la carga sobre los hospitales psiquiátricos tradicionales.
Entre sus planteamientos, destacó la necesidad de campañas de sensibilización permanentes para reducir el estigma asociado a las enfermedades mentales, así como la revisión de los programas de formación en las universidades para garantizar que los futuros médicos y profesionales de la salud reciban una preparación adecuada en salud mental.
El doctor Gómez afirmó que, aunque existe una Ley de Salud Mental vigente, su implementación ha sido lenta y carece del respaldo presupuestario necesario para convertir sus principios en realidades operativas. Aseguró que sin una asignación específica de recursos, será difícil avanzar hacia un modelo basado en derechos, con enfoque integral e inclusión social.
El psiquiatra concluyó que el abordaje de la salud mental debe formar parte central de las políticas públicas en salud, y que su fortalecimiento no solo implica mejorar la atención a los pacientes, sino también prevenir problemáticas sociales más amplias como el suicidio, la violencia, el abandono escolar y la marginalidad.