Por CARLOS RICARDO FONDEUR MORONTA
Ver al poeta, escritor y gestor cultural Andrés Acevedo en su trajinar casi taciturno por las antiguas calles del Centro Histórico de Santiago, es una rutina. Al doblar cualquier esquina puede verse una imagen perfecta para tipificarlo como un intelectual.
Su caminar lento, erguido, libro en mano, una camisa mangas largas. Es el típico perfil de un poeta. Siempre dedicado a las causas de los infantes de la ciudad, en un ir y regresar de planes y realizaciones que le enorgullecen, que son el patrimonio que definen su regia personalidad intelectual.
No estamos hablando del fenecido a destiempo periodista y locutor Andrés Acevedo, quien laboró por años en el noticiero Noti-tiempo, de Radio Cadena Comercial, a causa de múltiples quebrantos de salud. En pobreza extrema, sin medicinas ni atención necesaria. Hablamos de un semejante ser que parece entablar comunicación entre los dos mundos, el terrenal y el espiritual y que se ayudan en sus consecuciones.
Tiene más de cuarenta años dándolo todo por la cultura nacional. Más de la mitad de su edad. Acevedo no cuenta con un sueldo que le cubra sus perentorias necesidades que le ayude a sobrevivir a la época.
Gran parte del dinero que obtiene lo destina a sus investigaciones en el Ateneo Amantes de la Luz, Archivo Histórico de Santiago, Biblioteca Alianza Cibaeña y las actividades culturales que se realizan en el antiguo Palacio Consistorial. No pierde un instante en aparecer en varios de éstos lugares, raudo a colaborar con toda clase de actividad que le permita el tiempo y sus escasos recursos económicos.
Muy conocido en las élites donde predominan las grandes personalidades que mueven los hilos de la comunicación, del teatro, la crítica literaria, el enorme entramado intelectual citadino, Andrés Acevedo guarda semejanza con El Coronel no Tiene quien le Escriba, del legendario escritor de Colombia y del universo, Gabriel García Márquez, que confía que algún día será ayudado para seguir con las tereas que le la encargado la vida.
El famoso coronel de “Gabo”, a decir del tema central del personaje, esperaba la pensión merecida por las peripecias militares que le llevaron al rango. En el quehacer político nacional existe una pléyade inmensa de intelectuales que ya se encuentran protegidos, parcialmente, por algún tipo de pensión solidaria del Estado Dominicano. Siempre ocurre que al meter la mano en el saco, se escapan nueces entre los dedos.
Sucede, también en el área de la comunicación, del periodismo y del arte. Existen periodistas en oficio de alta calidad y locutores que no están integrados a entidad sindical y que ejercen de manera individual su quehacer periodístico o locutoril (dominicanismo) y que no gozan de privilegios porque no están en las listas creadas por incumbentes políticos de la época.
Por eso, creo que se debe aprovechar el caldeado ambiente electoral para reclamar al gobierno central las adendas correctoras de los decretos, resoluciones y oficios administrativos para realizar las inclusiones pertinentes, a fin de ofrecer una cobertura de protección económica y sanitaria para ellos.
Andrés Acevedo no deberá quedar en las notas marginales de los memorándums. Andrés Acevedo es otro caso de cuando no hay más espacio para tanta mente.
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