Cómo acabar de una vez por todas con el periodismo

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Cuesta mucho estos días mantenerse informado, sobre todo leyendo periódicos. Desde hace años, con algunas noticias y titulares, se ve uno obligado a comprobar un dato o una declaración, una imagen o un vídeo, movido por ciertas suspicacias naturales. Es entonces cuando te llevas un buen susto, porque la información no se corresponde rigurosamente con un puñado de hechos, sino que parece participar de un afán de fabulación bastante alegre. La lectura del periódico deviene enojosa, pues tienes que informarte, desinformarte y volverte a informar. Es muy cansado.

Esto no siempre fue así. Cuando no había internet, ni móviles con cámara, ni redes sociales, los periódicos dialogaban entre ellos, y podías confiar ciegamente en la fabulación que más te gustara. Una forma de estar bien informado era no tener dinero para comprar todos los periódicos del quiosco. Fueron tiempos dorados para el periodismo.

Ahora, casi todo hecho noticiable corre por la red en su crudeza no interpretada, y puedes ver con tus propios ojos la inundación, la bomba y los cadáveres; puedes escuchar lo que dijo el presidente; puedes acceder a todos los documentos oficiales. Esto no ha provocado que el periodismo fabule menos, como el VAR no ha provocado que los penaltis sean ya sin duda y de una santa vez penalti. Diríamos que ahora fabular es más importante que nunca, precisamente porque la gente puede pensar por sí misma y llegar a conclusiones inadecuadas.

Como estudié cinco años de Periodismo, me ha llevado décadas comprender la esencia de este oficio. En la facultad había muchas asignaturas, pero ninguna incidía en la información como relato. Era todo inocente, épico y sagrado. Los periodistas atendían a los hechos. Los que no querían trabajar tanto opinaban tonterías con alguna gracia (hola). Luego había que “contrastar” la información, ya saben. Entonces salía un producto (el periódico) que le hacía algún bien a la sociedad.

Como estudié cinco años de Periodismo, me ha llevado décadas comprender la esencia del oficio

La realidad es que en muchos periódicos se vislumbra determinado talento narrativo mucho antes que periodístico. Estamos aquí para contarles un cuento. Por ejemplo, que el gobierno lo hace todo bien. Si el gobierno le pone impuestos a los pobres, esto es, a aquellos que cobran únicamente el salario mínimo, y eso está claramente mal, hay que salir a decir que no está tan mal. Hace falta mucha imaginación para practicar este achique, amigos. El genio del periódico es el que dice: miremos si el SMI tributa en otros países, y cuánto. Y así se concluye: “La tributación del SMI en España está entre las más bajas de la Unión Europea”, titular que los lectores no han pedido, pero el gobierno sí.

Ante informaciones no pedidas de este tipo, el lector puede hacer dos cosas. Una consiste en creérselas, pues tal es su obligación usual. La otra es ir mirando uno por uno los SMI de todos los países de la Unión Europea, para comprobar los datos de la noticia, pesquisa que puede llevarle varias horas, en varios idiomas. Sucede lo mismo cuando una decisión del gobierno obedece a “mandato europeo”, que no sé si han notado que esto pasa mucho. El gobierno decreta algo impopular, y siempre se debe al mandato europeo. Vete tú a buscar el párrafo b, del documento 34, de la disposición novena, del reglamento G-566 (me invento toda la nomenclatura, claro), a ver si encuentras ese mandato. No apetece mucho, la verdad.

placeholder El presidente de EEUU, Donald Trump, junto a JD Vance. (EFE)
El presidente de EEUU, Donald Trump, junto a JD Vance. (EFE)

Si escribo todo esto (perro come perro, ay), es porque me ha sorprendido mucho la cobertura que se ha dado en España al discurso pronunciado por J.D. Vance en Múnich. Al parecer, el vicepresidente de Estados Unidos “ataca” a Europa; de hecho, “insulta a los países de la UE”. Ha dicho Vance que Trump “es el nuevo sheriff del mundo”. “Durísimo ataque contra Europa”, en definitiva. Los entrecomillas proceden de titulares instantáneos de la prensa.

El ya famoso discurso se encuentra grabado en vídeo, por supuesto, aunque hay que saber inglés para recorrer sus casi veinte minutos. Con todo, enseguida se ha replicado el vídeo con subtítulos en español, amén de que se ha transcrito a nuestro idioma en varios medios. Si lo leen, verán que la mayor parte de las frases pronunciadas por Vance las podría haber pronunciado Mahatma Gandhi. “No deberíamos tener miedo de nuestro pueblo, ni siquiera cuando expresa opiniones diferentes a las de sus líderes.” “Creer en la democracia es comprender que cada uno de nuestros ciudadanos tiene sabiduría y voz.”

Como los titulares hablaban de “ataque” e “insulto” a Europa, pensaba yo que Vance diría algo como: “¡Os odiamos y os vamos a aniquilar, mequetrefes!” Lo cierto es que emplea la palabra “amigos” en varias ocasiones. También dice que “hay un nuevo sheriff en Washington”, no que Trump sea el nuevo sheriff del mundo. Etcétera.

Pero el cuento es claro: todo lo que haga Estados Unidos con Trump, Musk y Vance es demoníaco, nunca visto, podio en maldad. Todo es todo.

El cuento es claro: todo lo que haga Estados Unidos con Trump, Musk y Vance es demoníaco, nunca visto, podio en maldad. Todo es todo

En la mayoría de los medios, sin embargo, había comentarios de los lectores que impugnaban el titular de la noticia, pues lo encontraban exagerado e impertinente. El error de estos lectores ha sido leerse el discurso entero ellos mismos, en lugar de acomodarse a su resumen e interpretación profesionales. La gente tiene a veces ocurrencias demasiado adultas.

Esta acción comprobatoria no puede ser buena para el periodismo, porque quien se molesta en buscar y leer las tres mil palabras dichas en efecto por Vance es justamente el lector de periódicos que podría perfectamente trabajar en uno, que paga una o varias suscripciones a medios de información y que influye ventajosamente en su entorno con su quisquilloso criterio.

Y digo yo que ese es el lector al que hay que cuidar.

Cuesta mucho estos días mantenerse informado, sobre todo leyendo periódicos. Desde hace años, con algunas noticias y titulares, se ve uno obligado a comprobar un dato o una declaración, una imagen o un vídeo, movido por ciertas suspicacias naturales. Es entonces cuando te llevas un buen susto, porque la información no se corresponde rigurosamente con un puñado de hechos, sino que parece participar de un afán de fabulación bastante alegre. La lectura del periódico deviene enojosa, pues tienes que informarte, desinformarte y volverte a informar. Es muy cansado.

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