“Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo”. Así lo piensa Lucifer, el que fue el más bello de todos los ángeles, en El paraíso perdido escrito por Milton en 1667. Por culpa de su soberbia, fue castigado y la Potestad suprema le arrojó de cabeza “envuelto en llamas desde la bóveda etérea, repugnante y ardiendo, cayó en el abismo sin fondo de la perdición“. Aunque su historia es el principal tema tabú por excelencia, Milton se puso de su lado casi sin darse cuenta, con una obra literaria en el que él es el trágico protagonista que pretende llevar a cabo una revolución contra el sistema establecido, sin conseguirlo.
El diablo aparece en numerosas ocasiones en los distintos textos que conforman la Biblia, bien como una serpiente que se balancea en el Árbol del Conocimiento intentando que los primeros hombres pierdan su inocencia, o tentando a Cristo en su calvario por el desierto. Sin embargo, sus representaciones en la historia del arte son escasas y, curiosamente, suele elegirse siempre un momento concreto de su historia: su caída hacia los infiernos. Muchos artistas, como Alexandre Cabanel en 1847, decidieron representar ese momento de humillación en que el ángel más bello es castigado y ya no forma parte del séquito de Dios porque ha sido derrotado por el arcángel San Miguel.
Una leyenda dice que Semyazza, un ángel caído, está colgado entre el cielo y la Tierra, formando la constelación de Orión
También existen a lo largo del mundo algunas estatuas que representan este trágico momento, aunque son pocas. Como decíamos, cualquier representación del diablo es en sí misma un poco polémica, pues parece un homenaje a una figura condenada y maldita. Lo más curioso, quizá, es que la tradición habla de más de un ángel caído: según el Libro de Enoc, los llamados Grigori, más de 200 ángeles que por su deseo y pasión por las mujeres humanas fueron expulsados del Cielo. La leyenda dice que Semyazza, el jefe de todos ellos, está colgado entre el cielo y la Tierra, formando la constelación de Orión. Estos son los ángeles caídos más famosos (y, probablemente, hay uno que conoces de sobra).
La fuente del ángel caído del Retiro (Madrid)
A una altura topográfica oficial de 666 metros sobre el nivel del mar (nada raro, pues Madrid se encuentra a esa altura), la fuente del ángel caído del Retiro es obra de Ricardo Bellver y después Francisco Jareño añadió el pedestal en el que se alza. En 1877, cuando Bellver se encontraba pensionado por tercer año consecutivo en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, realizó esta obra en yeso, basándose en la historia de El paraíso perdido de Milton.
La obra fue adquirida por el Estado por 4.500 pesetas, se envió a París con motivo de la Exposición Universal de 1878 y después se traspasó como regalo al Ayuntamiento de Madrid para que se instalase en algún lugar público de la capital. Así fue como se eligieron los Jardines del Buen Retiro, donde antes había estado la antigua Fábrica de Porcelanas de la China.
En Madrid hay un famoso ángel caído de finales del siglo XIX y un ángel estrellado, de 2005
Curiosamente, en la capital, si uno alza la vista puede verse lo que parece otro ángel caído, aunque en realidad no lo es. En el número tres de la calle Milaneses (muy cerca del mercado de San Miguel, cuando sales por uno de los arcos de la Plaza Mayor) hay un ángel estrellado. Y decimos estrellado para explicar la diferencia con el ángel caído, pues cuando en el año 2005 apareció por sorpresa en la azotea del edificio, los vecinos llegaron a la conclusión de que era la segunda representación en Madrid del preferido de Dios, expulsado del cielo.
Sin embargo, cuando se le preguntó en una entrevista en El País, su autor Miguel Ángel Ruiz Beato desveló su verdadero sentido: “Hace diez mil años un hombre alado salió a dar una vuelta y al volver, volando tranquilamente de espaldas mientras tomaba el sol, no se percató de que en el prado donde siempre aterriza ha crecido toda una ciudad. El resultado es este accidente: iba un señor volando tan tranquilo y se estrelló”.
El ángel rebelde del Capitolio Nacional (La Habana)
En los jardines interiores del Capitolio Nacional en la Habana, Cuba, se encuentra esta estatua fundida en bronce, frente al Salón Simón Bolívar. Aunque es una representación de Lucifer como la del Retiro, difiere un poco de ella porque si nos fijamos bien no captura el momento de la caída a los infiernos, sino el momento en que el ángel rebelde se levanta contra Dios, con el puño en alto.
Esta estatua no captura el momento de la caída a los infiernos, sino el momento en que el ángel rebelde se levanta contra Dios, con el puño en alto
La estatua está fundida en bronce y fue esculpida por el italiano Salvatore Buemi. Aunque en un principio Buemi se la regaló al político Orestes Ferrara, finalmente se emplazaría en el Capitolio en 1931, dos años después de su inauguración.
Monumento al Traforo del Frejus (Turín)
Otra de las pocas estatuas de Lucifer en el mundo es la que corona la cima del monumento al Traforo de Frejus, en Turín (Italia). Está dedicado a la ejecución del carril del túnel de Frejus, diseñado por Marcello Conte Panissera de Veglio y fue inaugurado en 1879. La pirámide (hecha con rocas procedentes de la propia excavación del túnel) está coronada por lo que podría ser un genio alado o incluso Cupido, pero en realidad se trata de Lucifer, pues tiene un lucero en la frente.
A lo largo de la pirámide se encuentran repartidas varias figuras de los titanes muertos, representando con todo ello una alegoría del triunfo de la razón sobre la fuerza bruta, en consonancia con el espíritu positivista de la época en la que se hizo. Un poco de luz en medio de las tinieblas, donde él fue arrojado por orgullo con toda su hueste de ángeles rebeldes, para no volver jamás.
“Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo”. Así lo piensa Lucifer, el que fue el más bello de todos los ángeles, en El paraíso perdido escrito por Milton en 1667. Por culpa de su soberbia, fue castigado y la Potestad suprema le arrojó de cabeza “envuelto en llamas desde la bóveda etérea, repugnante y ardiendo, cayó en el abismo sin fondo de la perdición“. Aunque su historia es el principal tema tabú por excelencia, Milton se puso de su lado casi sin darse cuenta, con una obra literaria en el que él es el trágico protagonista que pretende llevar a cabo una revolución contra el sistema establecido, sin conseguirlo.