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Desmontando el mito: por qué los gatos nos consideran más especiales que los perros, según un estudio

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Todo aquel que tenga un gato te dirá que, con su eterno aspecto de estar meditando cómo dominar el mundo, pueden no parecer tan majos y amigables como los perros e ir más a su bola. Eso no significa, sin embargo, que no sean también unos compañeros fieles, pero hay que pensar al fin y al cabo que la evolución del perro y el humano ha estado ligada desde los primeros tiempos, mientras que los gatos siempre han ido por su cuenta (aunque sin separarse del todo de nosotros).

Si eres tú el que tiene un gato quizá pienses que la mayor parte del tiempo te ignora, y, si no lo hace, es porque quiere comida. Los perros por otro lado parecen tener un entusiasmo increíble por sus dueños y les buscan para jugar (o lloran cuando ya se han ido). El ‘refrán’ es claro: los perros piensan en sus dueños como dioses y los gatos como esclavos, podríamos decir.

Los gatos son más exigentes con sus dueños que los perros (al menos en lo que respecta a los matices de su voz)

Pero quizá esto sea una percepción nuestra y no sea real del todo. Según informa ‘Psychology Today‘, un estudio reciente ha dado la vuelta a este panorama por completo, sugiriendo que, de hecho, los gatos son más exigentes con sus dueños que los perros (al menos en lo que respecta a los matices de su voz). El transfondo del estudio es el hecho ampliamente investigado de que los humanos hablamos de manera muy diferente cuando estamos con nuestras mascotas (y también con los bebés), usando un tono más alto y muchas repeticiones.

¿Cómo reaccionan los gatos al habla dirigida a los gatos y en que se diferencia de la forma en que reaccionan los perros al habla dirigida para ellos? La de estos últimos es difícil de pasar por alto: saltan y se vuelven locos. Pero los gatos, para variar, son más sutiles. Giran las orejas o incluso la cabeza ligeramente en la dirección de la voz y pueden dejar de acicalarse. Pero, ¿en qué se diferencia de reaccionar al habla normal?

Los gatos tienen una reacción mucho más fuerte al habla dirigida a ellos que al habla normal (dirigida a humanos), pero solo si es su dueño quien habla

La respuesta es que los gatos tienen una reacción mucho más fuerte al habla dirigida a ellos que al habla normal (dirigida a humanos), pero, y este es el remate, solo si es su dueño quien habla. Si es alguien más, entonces no tienen esta reacción especial. Los perros, en cambio, son menos exigentes. Reaccionan a cualquier discurso dirigido a un perro, independientemente de quién esté hablando.

Estos hallazgos descartan que sean las simples características acústicas del habla las que despiertan el interés de los gatos, como el tono alto o la repetición, lo que sería una explicación tentadora. Pero esto claramente no es así, ya que las mismas características acústicas no hacen nada cuando es un extraño quien las pronuncia. El habla dirigida al gato solo es especial si proviene del dueño.

Todo esto claramente no muestra que los gatos estén más interesados en sus dueños que los perros, y mucho menos que los quieran más

Todo esto claramente no muestra que los gatos estén más interesados en sus dueños que los perros, y mucho menos que los quieran más. Pero en un aspecto importante, son más perspicaces. Tienen un vínculo especial con su dueño en este sentido. Tal vez eso sea algo a lo que los dueños de gatos se aferren en esos, muchísimos, momentos en los que realmente no parece ser así.

Todo aquel que tenga un gato te dirá que, con su eterno aspecto de estar meditando cómo dominar el mundo, pueden no parecer tan majos y amigables como los perros e ir más a su bola. Eso no significa, sin embargo, que no sean también unos compañeros fieles, pero hay que pensar al fin y al cabo que la evolución del perro y el humano ha estado ligada desde los primeros tiempos, mientras que los gatos siempre han ido por su cuenta (aunque sin separarse del todo de nosotros).

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