Es un clásico, eso de culpar a los efluvios del alcohol por habernos liado con algún orco una madrugada turbulenta, en algún local de mala muerte. Más de uno y una se arrepiente al día siguiente, alegando que fueron las luces del local o las bebidas espirituosas las que nos hicieron ver belleza donde no la había. Lo de las luces de las discotecas quizá se puedan comprar todavía, pero desgraciadamente el alcohol no: una nueva investigación indica que consumirlo hace más probable que nos acerquemos a personas que considerábamos atractivas de antes, pero no consigue que otros parezcan más guapos.
Aunque, como decíamos, la opinión generalizada es que los efectos del alcohol nos hacen ser menos selectivos a la hora de buscar posibles presas, lo cierto es que este fenómeno no se había estudiado hasta ahora de forma sistemática. En investigaciones anteriores, los participantes simplemente calificaban el atractivo de los demás estando sobrios y ebrios, y basándose en fotografías.
La investigación se hizo en un laboratorio donde se llevó a 18 parejas de amigos (todos hombres) de unos 20 años, que debían calificar el atractivo de ciertas personas que veían en fotografías y vídeos
Pero el nuevo estudio, publicado en Journal of Studies and Alcohol, añadió un elemento bastante más realista: la posibilidad de conocer a las personas que iban a ser calificadas en función de su atractivo. Para ello, la investigadora principal (Molly A. Bowdring, de Stanford) llevó al laboratorio a 18 parejas de amigos (todos hombres) de unos 20 años, que debían calificar el atractivo de ciertas personas que veían en fotografías y vídeos.
Fran Sánchez Becerril
Se les dijo además que podían tener la oportunidad de interactuar con alguna de esas personas en un experimento futuro, y después de calificarlas, debían elegir aquellas con las que preferían interactuar. Tenían que entrar en dos ocasiones al laboratorio: la primera se les daba alcohol hasta que tuvieran una concentración en sangre del 0,08%, que es el límite legal para conducir en Estados Unidos. La segunda no se les daba alcohol. Después de las pruebas, llegaron a la conclusión de que no había ningún efecto sobre cómo veían a los demás.
En definitiva, la conclusión fue que el alcohol no altera la percepción, sino que más bien mejora la confianza
Aunque beber sí ayudó a aumentar la probabilidad de que los hombres quisieran interactuar con otras personas a las que consideraban atractivas. En definitiva, la conclusión fue que el alcohol no altera la percepción, sino que más bien mejora la confianza en las interacciones, dando a los hombres coraje en forma de líquido para acercarse a aquellos o aquellas que les parecen más atractivos. Algo que, de otro modo, sería menos probable que hicieran.
“Las personas que beben alcohol pueden beneficiarse al reconocer que las motivaciones e intenciones sociales valoradas cambian cuando beben de maneras que pueden resultar atractivas a corto plazo pero posiblemente perjudiciales a largo plazo“, concluyó Bowdring. Parece, por tanto, que las excusas ya no son válidas. Si te liaste con alguien una noche y después te arrepentiste, es bastante probable que esa persona te pareciera atractiva incluso antes de estar ebrio.
Es un clásico, eso de culpar a los efluvios del alcohol por habernos liado con algún orco una madrugada turbulenta, en algún local de mala muerte. Más de uno y una se arrepiente al día siguiente, alegando que fueron las luces del local o las bebidas espirituosas las que nos hicieron ver belleza donde no la había. Lo de las luces de las discotecas quizá se puedan comprar todavía, pero desgraciadamente el alcohol no: una nueva investigación indica que consumirlo hace más probable que nos acerquemos a personas que considerábamos atractivas de antes, pero no consigue que otros parezcan más guapos.