El niño al que nadie elige para jugar con él al fútbol o en el caso de hacerlo se queda el último y acaba en un equipo por descarte; ese es el bidé. Quitar el bidé de los cuartos de baño es uno de los trabajos más demandados por aquellas personas que van a reformar sus casas este año, en el 2024, según asegura Sebastián Molinero, secretario general de la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac), a El País.
Al igual que sucede con las bañeras, que están siendo reemplazadas en su mayoría por platos de ducha, son muchas las personas que quieren deshacerse de sus bidés o que ya directamente no se los ponen al construir sus casas. Están destinados a convertirse en piezas de museo. Sin embargo, hubo una época en la que estuvieron muy de moda y es por eso que todavía se pueden encontrar en muchas casas españolas que todavía no han sido reformadas.
La palabra bidet proviene del francés antiguo, ya que así se llamaba a un tipo de caballo pequeño, similar a un poni, que a día de hoy está extinto
Aunque poco a poco el bidé tiende a desaparecer, lo cierto es que tiene una larga historia y para contarla hay que trasladarse a Francia. La palabra bidet proviene del francés antiguo, ya que así se llamaba a un tipo de caballo pequeño, similar a un poni, que a día de hoy está extinto. Además, también hace referencia a la posición que hay que adoptar para sentarse en él, como cuando se cabalga, con las piernas abiertas.
Un origen incierto
Hay diversas teorías sobre el origen del bidé, fechar el primer ejemplar es complicado; pero lo cierto es que la palabra bidé aparece por primera vez escrita en las memorias de René Louis de Voyer de Paulmy (nació en el año 1694 y murió en 1757), marqués de Argenson y ministro del monarca francés Luis XV.
En una escena de sus memorias relata que, al ser recibido en audiencia por Madame de Prie, se la encontró sentada en un mueble que llamó mucho su atención en el que se lavaba sus partes íntimas mientras hablaba con él. Sin embargo, se cree que su origen es todavñia mucho más antiguo, y que para hablar de él hay que remontarse incluso a la Edad Media.
Es más, quienes también lo utilizaron en el siglo XVII fueron los jinetes que pasaban muchas horas a caballo para aliviar el dolor que sufrían en sus genitales al pasar muchas horas sentados en la silla de montar. Napoleón, por ejemplo, fue uno de los que lo utilizó para calmar el escozor tras pasar horas cabalgando e incluso le dejó en herencia a su hijo su bidé rojo.
Una función no tan obvia
Su función más clara es la de la higiene íntima. Esta es, además, la que ha llegado hasta nuestros días; sin embargo, no solo se utilizó para esto en el pasado. Y es que, fueron muchas las mujeres que lo utilizaron como método anticonceptivo. Tras mantener relaciones sexuales, se limpiaban sus partes íntimas en el bidé, esperando, de esta manera, no quedarse embarazadas. Por supuesto, la eficacia de este método era nula.
María Carolina de Habsburgo-Lorena quiso instalar un bidé en su palacio de Caserta y le advirtieron de que eso podría hacerle parecer infiel
Estaba tan extendido este uso anticonceptivo que la reina de Nápoles, María Carolina de Habsburgo-Lorena, quiso instalar uno en su palacio de Caserta y le advirtieron de que eso podría hacerle parecer infiel; ya que era algo que utilizaban mucho aquellas mujeres que tenían relaciones extramatrimoniales buscando no quedarse embarazadas de sus amantes.
Un gran estigma acompañó durante años al bidé, ya que era el único mueble del que disponían las prostitutas en los burdeles, además de la cama.
Éxito y auge del bidé
En su origen, este aparato lo poseía, sobre todo, la nobleza. No obstante, poco a poco, su uso se fue democratizando conforme empezó a llegar el agua corriente a las casas, ya en la segunda mitad del siglo XIX; pero no se popularizaría hasta el XX, sobre todo en algunos países europeos, entre los cuales se encuentran Italia, Grecia, España y Portugal.
El bidé tuvo su auge en el siglo XX, donde se instalaba prácticamente en todos los cuartos de baño españoles y, ahora, su uso está decayendo. Cada vez son menos las personas que piensan en un bidé a la hora de diseñar sus cuartos del baño, pero es que son muchas las que lo tienen y este año quieren deshacerse de él para liberar ese espacio en sus aseos.
El niño al que nadie elige para jugar con él al fútbol o en el caso de hacerlo se queda el último y acaba en un equipo por descarte; ese es el bidé. Quitar el bidé de los cuartos de baño es uno de los trabajos más demandados por aquellas personas que van a reformar sus casas este año, en el 2024, según asegura Sebastián Molinero, secretario general de la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac), a El País.