Home Curiosidades “El más brillante de los éxitos”: cuando Freud se hizo adicto a...

“El más brillante de los éxitos”: cuando Freud se hizo adicto a la cocaína

0

Cuentan que el poeta austríaco George Trakl —aquel mismo que sufrió una crisis nerviosa durante la Primera Guerra Mundial y creó uno de los poemas antibelicistas más bellos de aquella época— comenzó a trabajar con menos de 20 años en una farmacia que tenía el poético nombre de El ángel blanco, se hizo adicto a la sustancia que daba nombre al establecimiento. La cocaína marcaría su vida y, cuando murió en un hospital de Cracovia con apenas 27 años, lo hizo de una sobredosis de esta droga. Pero es que entonces la cocaína era una droga legal, que llevaba en Europa desde mediados del siglo XIX.

De hecho fue la compañía farmacéutica alemana Merck la que comenzó a producir cantidades muy pequeñas de esta droga a principios de la década de 1860, según explica ‘Narconon‘. La producción total (hasta finales de la década de 1870 aproximadamente) era de unos 50 gramos al año. A su vez, en Estados Unidos la compañía farmacéutica Parke Davis también comenzó a producir el fármaco, y solo tendría que pasar otra década para que comenzasen a revelarse los usos médicos de la droga. Merck la promocionaba como un remedio para la adicción a la morfina que sufrían muchos ex soldados.

La compañía farmacéutica alemana Merck la promocionaba como un remedio para la adicción a la morfina que sufrían muchos ex soldados

Su historia es anterior, por supuesto, pues sabemos que los nativos indígenas en Perú ya masticaban hojas de coca (aunque según parece lo hacían solo durante las ceremonias religiosas, y el tabú se rompería al llegar los españoles). Aún así, la cocaína tal y como la conocemos ahora fue aislada por primera vez en 1859 por el químico alemán Albert Niemann, y como se señaló, no fue hasta la década de 1880 cuando comenzó a popularizarse entre la comunidad médica. Por aquel entonces, un joven Sigmund Freud se acababa de graduar como médico. El también austríaco, como George Trakl, trabajaba entre los años 1883 y 1885 bajo la dirección de Theodor Meynert en el Hospital General de Viena.

(iStock)

Todavía no había comenzado a practicar la hipnosis para tratar la neurosis o la histeria, y, por supuesto, no había establecido las bases del psicoanálisis o la interpretación de los sueños, que tanto influirían en los psiquiatras e incluso las vanguardias posteriores como el surrealismo. Pero, curiosamente, por aquel entonces Freud era un entusiasta de la cocaína. El neurólogo se interesó por las posibilidades que la droga podía ofrecer, y decidió experimentar tanto consigo mismo como con sus amigos. “Tomo dosis muy pequeñas regularmente contra la depresión y la indigestión, con el más brillante de los éxitos”, le escribió en una ocasión a su prometida. Y, de hecho, fue el primero en promoverla ampliamente como un ‘tónico’ para curar la depresión e incluso la impotencia sexual.

“Tomo dosis muy pequeñas regularmente contra la depresión y la indigestión, con el más brillante de los éxitos”, le escribió en una ocasión Freud a su prometida

Por supuesto, sus creencias al respecto se basaban más en la propia experiencia que en la lógica o el estudio. Durante mucho tiempo estuvo promocionando la droga entre sus amigos cercanos, uno de los cuales terminó sufriendo alucinaciones paranoicas en las que veía serpientes blancas que se arrastraban sobre su piel. Pese a ello, la consideraba algo así como una sustancia mágica y creía erroneamente que, aunque una dosis muy alta puede ser tóxica, no había una dosis letal. Algo que con el tiempo descubrió que no era verdad, cuando uno de los pacientes a los que le había recetado efectivamente una dosis demasiado alta, murió.

Entre 1884 y 1887 escribió muchos artículos sobre las propiedades analgésicas y estimulantes de la cocaína, siendo el más famoso Über Coca de 1887, un informe de 70 páginas. En la primera parte, realizaba un recorrido por los orígenes de la planta y la historia de su uso en Sudamérica, para después centrárse en los efectos diferenciados de la droga en animales y humanos. En la segunda, identificó distintos efectos: sensación de optimismo, euforia, hiposomnia bajo sus efectos (e hipersomnia cuando cesaban), vigor, ligereza… la última parte del escrito era, sin duda, la más atrevida y polémica.

En 1884, el doctor Koller (amigo de Freud) descubrió el valor de la droga para realizar cirugías oculares: no solo adormecía el ojo, sino que también restringuía el sangrado al endurecer los vasos sanguíneos

Sugería el uso terapéutico de la cocaína como estimulante, para trastornos digestivos tal y como le había contado a su prometida, en la caquexia (desnutrición extrema), para el tratamiento de la adicción a la morfina y al alcohol, para el asma, incluso como afrodisíaco o anestésico. Aunque sus opiniones fueron variando levemente con el paso del tiempo, siguió insistiendo en el uso de la cocaína para el tratamiento psiquiátrico.

El ingrediente secreto de la Coca-Cola

En 1884, el doctor Koller (amigo de Freud) descubrió el valor de la droga para realizar cirugías oculares: no solo adormecía el ojo, sino que también restringuía el sangrado al endurecer los vasos sanguíneos. Esto no hizo más que dar popularidad a la cocaína como analgésico necesario en la medicina. Tan solo dos años después, John Pemberton incluyó hojas de coca como ingrediente en su nuevo y posteriormente famosísimo refresco: la Coca-Cola. Sus efectos energizantes dispararon su popularidad, así como la de la propia droga. La producción de cocaína comenzó a aumentar considerablemente en respuesta al aumento del uso médico. En 1883, Merck producía solo cuatro décimas de kilo de la droga. Para 1885, su producción se había disparado a 83 kg.

“Gotas de cocaína para el dolor de muelas, ¡cura instantánea!”, “Vino de coca, para la fatiga de la mente o el cuerpo”, la droga se hizo popular en la industria de Hollywood en la época del cine mudo

Durante un tiempo, gente de todas las clases sociales promovió el uso de la cocaína (y otros elixires como el opio) debido a su supuesta contribución médica. Figuras como Thomas Edison o la actriz Sarah Bernhardt hacían alusión a sus efectos milagrosos, y la droga se hizo popular en la industria de Hollywood en la época del cine mudo. “Gotas de cocaína para el dolor de muelas, ¡cura instantánea!”, “Vino de coca, para la fatiga de la mente o el cuerpo”, los anuncios de todo tipo sobre los supuestos beneficios de la droga se hicieron frecuentes, y algunos llegaron a alegar que, al contrario que la morfina, no producía adicción. Para 1905, inhalar cocaína se había vuelto una práctica popular, aunque en cinco años los hospitales y la literatura médica comenzaron a informar de casos de daño nasal provocados por ello. En 1912, el gobierno de Estados Unidos reportó hasta 5.000 muertes relacionadas con la cocaína en tan solo un año.

Sarah Bernhardt y otras figuras famosas comenzaron a hablar de los efectos positivos del consumo de esta droga.

El resto, es historia. En el caso de Freud, en su etapa anterior al psicoanálisis buscaba curar a sus pacientes mediante el uso de medicamentos. Su posterior evolución fue la de curar a sus pacientes a través del psicoanálisis sin requerir objetos farmacéuticos. Los estudios del austríaco sobre la cocaína planteaban, al fin y al cabo, algo que hoy en día sigue siendo muy vigente: la búsqueda de la química para paliar los problemas psíquicos.

Su posterior evolución fue la de curar a sus pacientes a través del psicoanálisis sin requerir objetos farmacéuticos

En 1895, el psicoanalista todavía abusaba de la cocaína, y estando bajo su influencia él y un colega operaron a una mujer, Emma Eckstein, y la operación salió mal en parte debido al abuso de la droga de Freud. Ella sobrevivió, pero el error fatal persiguió durante mucho tiempo al médico, lo que finalmente le llevó a abandonarla. Aunque, para entonces, su uso ya estaba extendido por todas partes.

Cuentan que el poeta austríaco George Trakl —aquel mismo que sufrió una crisis nerviosa durante la Primera Guerra Mundial y creó uno de los poemas antibelicistas más bellos de aquella época— comenzó a trabajar con menos de 20 años en una farmacia que tenía el poético nombre de El ángel blanco, se hizo adicto a la sustancia que daba nombre al establecimiento. La cocaína marcaría su vida y, cuando murió en un hospital de Cracovia con apenas 27 años, lo hizo de una sobredosis de esta droga. Pero es que entonces la cocaína era una droga legal, que llevaba en Europa desde mediados del siglo XIX.

Exit mobile version