El conflicto entre Ucrania y Rusia no solo ha redefinido la estrategia militar moderna, también ha dejado al descubierto la obsolescencia de muchos sistemas tradicionales de defensa. Las trincheras, los campos minados y el despliegue masivo de tanques ya no son garantía de control territorial ni de disuasión.
En este nuevo escenario, donde la tecnología evoluciona más rápido que la doctrina militar, comienza a tomar forma una idea que hasta hace poco sonaba a ciencia ficción, y es la de construir un muro de drones inteligentes para proteger las fronteras de Europa.
La propuesta viene de Gundbert Scherf, cofundador de la empresa alemana Helsing, especializada en inteligencia artificial aplicada al ámbito militar. Para Scherf, el enfoque actual de la defensa —basado en blindados, aviones o submarinos— sigue anclado en una mentalidad de Guerra Fría que ya no se corresponde con los retos del siglo XXI.
Cabe destacar que, lo que plantea esta persona es que ahora se debe aplicar un cambio de paradigma total. Se trata de sustituir las viejas estructuras por redes inteligentes de drones equipados con IA, reconocimiento autónomo y capacidad de combate.
El futuro de la defensa militar: muros de drones inteligentes
Según Helsing, el futuro de la defensa europea pasa por una arquitectura tecnológica completamente nueva. La idea de levantar un muro de drones en la frontera oriental —ya discutida por varios países bálticos en el marco de la OTAN— no es una exageración retórica, sino una estrategia concreta para contener amenazas.
Cabe señalar que este muro no sería físico, sino una red de drones de reconocimiento y combate que operan de forma coordinada, guiados por sistemas de inteligencia artificial, capaces de identificar movimientos enemigos, interceptar amenazas y ejecutar misiones de forma autónoma.
Como explica Scherf, estos sistemas permiten actuar con precisión quirúrgica a una fracción del coste de las plataformas convencionales. “Un dron puede neutralizar un tanque por menos del 1% del coste que supone fabricarlo o desplegarlo”, afirma.
Además, la empresa alemana está desarrollando el dron HX-2, diseñado inicialmente para su uso en Ucrania, con la capacidad de resistir interferencias electrónicas y guiar cargas explosivas con alta precisión.
En paralelo, Helsing trabaja con empresas como Loft Orbital para integrar satélites de reconocimiento y con el fabricante sueco Saab para adaptar sistemas de inteligencia artificial al combate aéreo, como el que se utilizará en el avión Gripen.
De esta manera, se dice que el uso de tecnología autónoma no es solo una ventaja táctica, también es una respuesta ética a los dilemas de la guerra moderna. Con un muro de drones, la OTAN podría defender sus fronteras, minimizando las bajas humanas y anticipando movimientos del enemigo.
La experiencia en Ucrania ha sido clave, puesto que la guerra ha demostrado que los sistemas tradicionales no bastan para contener una amenaza híbrida, tecnológica y asimétrica. De ahí que el concepto de Scherf no se base en reemplazar tanques o aviones, sino en complementarlos con una capa de defensa inteligente, económica y escalable.
Con este planteamiento, Europa no solo redefiniría su frontera este, también traza el camino hacia una nueva era de defensa basada en la inteligencia artificial, la autonomía operativa y el poder de los datos. Y lo hace, por primera vez en décadas, con una visión estratégica que rompería con el pasado.
Así es el nuevo dron ucraniano capaz de liberar una tormenta letal de tungsteno

Umiles Group
El uso de drones se ha convertido en una herramienta habitual en el campo de batalla. Sin embargo, no todos los vehículos no tripulados son iguales. El Steel Eagle ER, desarrollado por la empresa finlandesa Insta, marca un salto cualitativo en lo que a armamento autónomo se refiere.
Este nuevo dron no solo permite realizar ataques desde grandes distancias, sino que ha sido diseñado para maximizar el impacto destructivo con una precisión quirúrgica. Lo que convierte en un arma especialmente peligrosa es su capacidad de dispersión de fragmentos, capaz de liberar más de 3.000 bolas de tungsteno sobre un área de hasta 2.000 metros cuadrados.
La carga explosiva, de hasta 3,6 kilogramos, se adapta dinámicamente al entorno, puesto que el dron ajusta automáticamente el ángulo de detonación en función de la altitud desde la que se lanza, lo que garantiza un ataque altamente eficaz en todo tipo de escenarios. Esto le permite neutralizar no solo a individuos o vehículos, sino también posiciones fortificadas o grupos en movimiento.
Además, integra el sistema Insta Safe EOD, que lo habilita para realizar tareas de eliminación segura de explosivos, algo fundamental en zonas minadas o bajo riesgo de artefactos improvisados. Esta doble función —ataque y limpieza de minas— lo convierte en una herramienta polivalente en el campo de batalla.
El Steel Eagle ER no es un experimento ni un concepto en pruebas, de hecho, ya ha sido desplegado con éxito en escenarios reales y su eficacia ha despertado el interés de países miembros de la OTAN. Su comercialización internacional está en marcha, y todo apunta a que este dron se convertirá en uno de los pilares tecnológicos de la defensa aérea del futuro.
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