El obispo de la Diócesis Nuestra Señora de La Altagracia, monseñor Jesús Castro Marte, expresó su profunda preocupación por el estado de la salud mental en la República Dominicana, alertando sobre una crisis silenciosa que afecta a miles de familias.
La salud mental no distingue clase social: afecta a todos
Monseñor Castro Marte advirtió que la salud mental no es un problema exclusivo de un grupo social. “Tiene rostros, tiene familias, tiene silencios que gritan”, expresó. Aseguró que muchas familias dominicanas cargan en silencio el peso de convivir con un ser querido que sufre algún tipo de enfermedad mental, sin recibir ayuda ni orientación.
“El drama de la salud mental no lo vive una sola casa. Es una realidad extendida y, tristemente, olvidada”, afirmó el obispo.
En barrios pobres, el abandono es más cruel
El obispo denunció la situación crítica que viven las familias de escasos recursos, especialmente en campos y barrios marginados, donde no existen políticas públicas ni infraestructura adecuada para atender a los enfermos mentales.
“En muchos casos, los mantienen encerrados con cepos, rejas o cadenas. La madre es quien más sufre, pasando el plato de comida por una rendija y retirando sus heces, porque no hay recursos ni acompañamiento del Estado”, lamentó.
Urge humanidad y compromiso en las políticas públicas
Castro Marte subrayó que, sin amor y sin compasión, ni los hospitales ni los hogares pueden funcionar. “Las clínicas especializadas son inaccesibles, y centros como el hospital Padre Billini están olvidados. Solo la Iglesia y las vocaciones religiosas mantienen con vida algunas instituciones”, afirmó.
El obispo hizo un llamado a priorizar la salud mental en la agenda nacional. “Esto no es una estadística. Es una herida nacional que sangra cada día. Lo ocurrido en el Ensanche Naco es solo la punta del iceberg”, concluyó.
