En el otoño de 1962, en un espacio fuera del campus de la Universidad de California en Berkeley, un estudiante de doctorado alto y delgado de Jamaica ofreció un discurso frente a un grupo de estudiantes. Este joven, Donald J. Harris, trazó comparaciones entre su país natal y los Estados Unidos, destacando la influencia del poder colonial británico en Jamaica y la creación de una “élite de nativos negros” para disfrazar la desigualdad social.
Con tan solo 24 años, Harris ya poseía una presencia académica, siendo reservado pero audaz en sus ideas. En el público, una científica india de baja estatura vestida con un sari y sandalias escuchaba atentamente. Shyamala Gopalan, quien había nacido en otra colonia británica, también era crítica del colonialismo, pero desde una perspectiva más cautelosa, influenciada por su padre, un alto funcionario público. Después del discurso, se presentó a Harris, iniciando una conversación que pronto se convertiría en algo más.
La historia de amor de los padres de Kamala Harris es un relato que ella misma ha compartido en varias ocasiones. Eran estudiantes extranjeros que participaron activamente en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, un reflejo de la diversidad y la esperanza de aquellos tiempos. Berkeley, en los años 60, era un hervidero de ideas radicales y políticas, un lugar donde las ideas del sindicalismo y el nacionalismo negro se encontraban y entrelazaban.
El grupo de estudio que los reunió, conocido como la Asociación Afroestadounidense, jugó un papel fundamental en la creación de una nueva conciencia cultural y política. Fue un espacio donde estudiantes de diferentes orígenes discutían y aprendían sobre la lucha por la justicia racial, ayudando a instaurar materias de estudios afroamericanos y otras iniciativas culturales.
Donald y Shyamala se conocieron en uno de estos eventos y, a partir de ahí, empezaron a compartir más tiempo juntos, profundizando en conversaciones sobre política y sociedad. Su conexión se fortaleció rápidamente, y en 1963 se casaron. Ambos tenían un fuerte deseo de obtener una educación en Estados Unidos, un país que, a pesar de sus problemas, ofrecía oportunidades que sus países de origen no podían proporcionar en ese momento.
Shyamala, una aspirante a bioquímica, había sido limitada en su país natal a estudios de ciencias domésticas, mientras que Donald había recibido una beca para estudiar en el Reino Unido, pero optó por Estados Unidos, atraído por su vibrante cultura y las oportunidades académicas que ofrecía. Sus elecciones los llevaron a unirse a un grupo de estudiantes y activistas que compartían una visión de cambio y justicia social.
Como pareja, destacaban por su intelecto y pasión por el cambio. Mientras Donald era más reservado y académico, Shyamala era cálida y carismática, con una profunda conexión con su comunidad. Juntos, participaron en manifestaciones y discusiones que abordaban tanto los derechos civiles en Estados Unidos como las luchas anticoloniales en otros países.
El nacimiento de su hija Kamala en 1964 marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas. Aunque su matrimonio eventualmente se disolvió, ambos dejaron una huella indeleble en la vida de sus hijas, quienes crecieron rodeadas de una rica mezcla de influencias culturales y políticas. Shyamala, en particular, se aseguró de que Kamala y su hermana se conectaran profundamente con la comunidad afroamericana, a pesar de las dificultades y desafíos que enfrentaron como una familia inmigrante en Estados Unidos.
La comunidad que los apoyó en Berkeley, compuesta por amigos y colegas del grupo de estudio, se convirtió en una red de apoyo crucial para la familia. Shyamala, como madre soltera, encontró en esta red un refugio y un apoyo esencial para criar a sus hijas. Las experiencias y enseñanzas de este círculo influyeron profundamente en Kamala Harris, quien ha llevado consigo los valores y principios aprendidos durante su infancia a lo largo de su carrera pública.
Kamala Harris, en su papel como senadora y fiscal general, ha reflejado en su trabajo la mezcla de pragmatismo y compromiso con la justicia social que caracterizó a sus padres. La influencia de su madre y de la comunidad que la rodeó en su juventud es evidente en su enfoque hacia la política y el servicio público.
En resumen, la historia de amor y lucha de los padres de Kamala Harris es un testimonio de cómo dos inmigrantes de diferentes partes del mundo se encontraron en un lugar y tiempo únicos, se unieron por ideales compartidos y crearon una familia que continúa impactando la vida pública de Estados Unidos. La rica herencia cultural y la fuerte ética de trabajo que inculcaron en sus hijas son parte integral de la historia de Kamala Harris, quien sigue siendo una figura prominente en la política estadounidense.
