Por ahora no somos ninguno el doctor Dolittle, pero probablemente a muchos nos gustaría. Imagina por un momento que el ChatGPT se uniera a una máquina basada en la IA que nos permitiera comunicarnos con (por ejemplo) los gatos mediante maullidos, ronroneos o silbidos. Ya no nos quedaríamos mirando fijamente a nuestra mascota sin saber qué quiere exactamente.
Ahora que los grandes modelos de lenguaje se han convertido en expertos en el habla humana, muchos se preguntan qué haría falta para que la IA hable con los animales. Y, según informa Science Alert, ahora dos neurobiólogos han discutido esta respuesta en un nuevo ensayo. En homenaje a la prueba de Turing (que proporciona un umbral para la inteligencia humana en las máquinas), los dos compañeros de la Universidad de Tel Aviv han presentado lo que llaman “el desafío del Doctor Dolittle”.
Es un desafío, porque requeriría un gran modelo de lenguaje
¿Desafío por qué? Bueno, en primer lugar porque requiere un gran modelo de lenguaje, basado en la IA para superar los tres obstáculos principales que hay al intentar comunicarse con un animal:
- Tendrían que usarse las propias señales comunicativas del animal. Este no debería aprender nuevas (como los perros cuando aprenden a responder a las órdenes humanas).
- Tiene que usar estas señales en una variedad de contextos de comportamiento.
- Y tiene que producir una respuesta medible en el animal como si se estuviera comunicando con un animal similar a él mismo y no con una máquina.
La abeja melífera es un buen ejemplo: este insecto realiza lo que puede llamarse un baile para comunicarse con la colonia sobre la ubicación de comida. Los científicos han logrado ‘piratear’ este conocimiento y crear una abeja robótica que puede reclutar a otras abejas con sus movimientos y llevarlas a un lugar específico. Esto cumple el desafío del Doctor Dolittle en el primer y tercer punto. Pero la danza sólo funciona para este contexto. Todavía no podemos preguntarle a una abeja qué quiere o cómo se siente.
Es posible que nunca podamos comunicarnos con los animales al nivel que muchos dueños de mascotas o amantes de los animales querrían
Además, incluso si las tres casillas anteriores están marcadas, es posible que nunca podamos comunicarnos con los animales al nivel que muchos dueños de mascotas o amantes de los animales querrían.
Si bien un algoritmo podría algún día decirnos que nuestro gato está expresando amor o frustración, es posible que no haya forma de preguntar cómo se siente. El lenguaje humano puede ser simplemente único en formas que no se extienden a otros animales. Nuestro ‘mundo egocéntrico’ limita todo lo que comprendemos. Como argumentó el filósofo Ludwig Wittgenstein, “incluso si un león pudiera hablar, no podríamos entenderlo”.
Por tanto, sabemos que algunos datos como los bailes de las abejas deberían recopilarse e introducirse en el algoritmo de la IA, pero no sabemos por ahora muy bien qué otros deberíamos incluir. ¿Quizá los campos eléctricos?
Dominar la comunicación de los primates, por otro lado, podría ser más fácil, ya que es más cercana a la nuestra
Dominar la comunicación de los primates, por otro lado, podría ser más fácil, ya que es más cercana a la nuestra. Pero los modelos de IA aún necesitarían ser entrenados en una gran cantidad de datos que requerirían una vigilancia a largo plazo de los primates en la naturaleza. ¿De dónde saldría esa información? Además, incluso si pudiera recopilarse y utilizarse, los científicos necesitarían medir una “respuesta natural” de los primates, indicando que habían escuchado y entendido el intento de una máquina de comunicarse con ellos.
Las grabaciones neuronales pueden ayudar con esto, pero en algunos casos, probar una comprensión objetiva puede ser absolutamente imposible. Aunque en el futuro la IA podrá ayudarnos a comprender mejor la comunicación animal, parece difícil que nos acabemos comunicando con los animales como el Doctor Doolittle. Pero no desisten: Incluso si nunca seremos capaces de hablar con los animales de la manera humana, comprender cuán compleja es la comunicación animal e intentar aprovecharla e imitarla es un esfuerzo científico fascinante.
Por ahora no somos ninguno el doctor Dolittle, pero probablemente a muchos nos gustaría. Imagina por un momento que el ChatGPT se uniera a una máquina basada en la IA que nos permitiera comunicarnos con (por ejemplo) los gatos mediante maullidos, ronroneos o silbidos. Ya no nos quedaríamos mirando fijamente a nuestra mascota sin saber qué quiere exactamente.