Cada vez que un papa fallece y otro ocupa su lugar, la noticia da la vuelta el mundo. Lo que no es tan habitual, sin embargo, es la historia que hace unos años decidió contar Netflix: la peculiar relación entre dos pontífices, que además eran muy diferentes entre sí. Primero, porque no es común que dos papas convivan, y segundo, porque difícilmente esta historia parece dar para una película.
Aún así, Netflix no solo lo intentó, sino que logró el más difícil todavía: obtener buenas críticas y una respuesta razonable por parte del público. En parte, es cierto que su film se sostenía gracias a las grandes interpretaciones de sus consagrados protagonistas, pero también por conseguir algo que rara vez sucede: mostrar la figura de un líder de la Iglesia desde dentro.
Netflix, con la Iglesia hemos topado

La película en cuestión no es otra que Los dos papas, una propuesta de Netflix estrenada en 2019. Por alguna razón, la plataforma pensó que llevar a cabo un film basado en hechos reales inspirado en la convivencia entre Benedicto XVI y Francisco era una buena idea. Y contra todo pronóstico, lo fue. Al fin y al cabo, no es precisamente frecuente que haya dos papas vivos a la vez.
Aunque con ciertas libertades, la película se centra en un supuesto encuentro entre el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio (Jonathan Pryce), futuro papa Francisco, y el papa Benedicto XVI (Anthony Hopkins), en el periodo previo a la renuncia del pontífice alemán. No está claro cuánto de cierto hay en el film, pero da la impresión de que todo podría haber sucedido perfectamente.
En realidad, no hace falta ser especialmente católico para saber las diferencias entre las dos figuras de la Iglesia, y Netflix decidió aprovecharlo. Bergoglio, progresista, cercano y preocupado por los pobres; Ratzinger, conservador, académico y defensor de la tradición. No obstante, el film no se enfoca en el conflicto, sino más bien en cómo, pese a ser tan distintos, pudieron entenderse.
Lo mejor de todo es que Los dos papas es una película que en todo momento resulta verosímil, cercana y que cuenta con una ambientación extraordinaria. Además, tanto Pryce como Hopkins demuestran una vez más que son dos actores más que consagrados, y en todo momento uno tiene la sensación de estar mirando realmente a los dos papas ya fallecidos.
El Vaticano visto desde dentro
Por si fuera poco, los mandos de la película recayeron en un director también experimentado como es Fernando Meirelles, un cineasta brasileño conocido por obras como El jardinero fiel o Ciudad de Dios. Gracias a él la película consigue además ser entretenida, con indiferencia de que uno sea una persona religiosa o no.
Hay que tener en cuenta, sobre todo, precisamente eso: Los dos papas no es uno de esos films que ensalza las cuestiones de fe, o que, por el contrario, las critica. Lo que logra es más bien todo lo contrario: humanizar la figura del Papa (en este caso de dos) y que la gente pueda ver cómo es su vida desde dentro. No es poco.
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