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Las chicas son guerreras: de las Onna-musha a las legendarias amazonas

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En una estela encontrada en Karnak, se habla de una tal reina Ahhotep, que promovió la expulsión de los hicsos: “Mantuvo Egipto unido, habiéndose ocupado de su ejército”. Quizá más increíble es el caso de una mujer llamada Vishpala, que supuestamente durante el periodo védico habría perdido una pierna en combate y habría mandado forjar una de hierro para poder seguir combatiendo. La reina Tomiris derrotó en campo de batalla a Cirio el grande, Artemisa I de Caria participó en las Guerras Médicas como almirante e incluso se dice que Alejandro Magno incendió Persépolis porque una mujer (la hetaira Tais) le convenció de que lo hiciera.

También ha habido mujeres guerreras a lo largo de la historia, no en soledad, sino también en grupos perfectamente organizados e increíbles, en consonancia con sus contrapartes masculinos. Hoy hacemos un recorrido por algunos de ellos.

El mito de la amazona

Durante mucho tiempo, en el periodo antiguo, se consideró que las amazonas no eran un mito, sino un pueblo real. Desde Heródoto a Plinio el Viejo, muchos hablaron de ellas en sus escritos. Varios historiadores llegaron a afirmar que cuando Alejandro Magno estaba conquistando los países asiáticos, recibió una visita de la reina amazona Talestris, que había emprendido una marcha de 25 días con el propósito de encontrarlo y quedarse embarazada de él (Plutarco y otros ponen en duda esta historia).

Sea como fuere, las amazonas eran, según los mitos, esas mujeres guerreras que vivían en los límites exteriores del mundo conocido con coraje y orgullo, cabalgaban y luchaban como los hombres (aunque las más famosas de ellas perdieron contra los héroes griegos). También cortaban uno de sus pechos para poder manejar mejor el arco. Aunque, como tales, las amazonas no existieron, sí que tuvieron inspiraciones reales. En las estepas euroasiáticas existieron tribus nómadas en las que ellas también cazaban y llevaban armas (se han encontrado tumbas de mujeres con heridas de guerra y enterradas junto a sus armas).

Dahomey, un regimiento militar femenino

Quizá las amazonas son mitología, pero las Dahomey (que fueron apodadas también como amazonas) sí existieron. Se trató de un regimiento militar compuesto exclusivamente por mujeres que formó parte del Reino de Dahomey, antiguo estado africano en lo que ahora es Benín, en África occidental, y que existió desde 1625 hasta 1894. El Reino de Dahomey sufrió muchas bajas masculinas durante las guerras con sus vecinos, lo que probablemente llevó a que tuvieran que acabar diseñando un regimiento militar con mujeres.

Fotografía de las amazonas de Dahomey, hacia 1890.

Las Mino, como se las llamaba, podían ser reclutadas con tan solo ocho años de edad. Según la tradición oral, se les practicaba la mutilación genital femenina después del reclutamiento, y se trataba de perfeccionar su carácter agresivo de cara a la guerra. Aprendían habilidades de supervivencia e indiferencia al dolor y la muerte, ejecutando prisioneros y con un intenso ejercicio físico. Su deber era conquistar tribus vecinas o resistir a las fuerzas europeas. De hecho, en una de sus últimas batallas contra los franceses en 1892, antes de que el reino se convirtiera en colonia francesa, se dice que solo 17 de las 434 amazonas volvieron con vida.

Onna-musha, las samuráis de Japón

No fueron un grupo numeroso, pero pasaron a la historia. Las Onna-musha fueron un reducido grupo de mujeres que desarrollaron actividades como samuráis en el Japón feudal y formaban parte de la clase guerrera. Fueron entrenadas en el uso de armas para proteger su casa y su familia, también en el honor en tiempos de guerra. En lugar de usar la katana (el arma universalmente utilizada por los samuráis), ellas empleaban la naginata, una lanza de hoja curva que tenía mayor longitud y permitía compensar la fuerza y el tamaño corporal de sus oponentes masculinos, manteniéndolos a distancia.

La mayoría de las onna-musha lucharon en las llamadas Guerras Genpei (1180-1185) y en el periodo Sengoku (1467-1568), dos etapas en las que se produjeron muchas guerras civiles entre los distintos clanes que gobernaban Japón. Con el paso del tiempo, sin embargo, la figura fue cayendo en desuso, pues los hombres no buscaban una compañera que estuviera entrenada en las armas, por lo que pasó a ser una simple disciplina marcial y no algo con finalidad práctica. Pero su figura quedó con un halo de misterio y leyenda en Japón y algunas de ellas han pasado a la historia, como Myôrin, una monja budista que tomó las armas, la emperatriz Jingu o Yodogimi, concubina de un poderoso señor feudal, que murió protegiendo su castillo.

Como curiosidad, igual que existieron las mujeres samurái, también hubo ninjas femeninas: las kunoichi, que fueron utilizadas como asesinas y espías.

En una estela encontrada en Karnak, se habla de una tal reina Ahhotep, que promovió la expulsión de los hicsos: “Mantuvo Egipto unido, habiéndose ocupado de su ejército”. Quizá más increíble es el caso de una mujer llamada Vishpala, que supuestamente durante el periodo védico habría perdido una pierna en combate y habría mandado forjar una de hierro para poder seguir combatiendo. La reina Tomiris derrotó en campo de batalla a Cirio el grande, Artemisa I de Caria participó en las Guerras Médicas como almirante e incluso se dice que Alejandro Magno incendió Persépolis porque una mujer (la hetaira Tais) le convenció de que lo hiciera.

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