George Foreman, una de las leyendas más icónicas del boxeo mundial, falleció a los 76 años, dejando un legado que trasciende el deporte. Su vida fue una historia de transformación: de joven problemático en Houston a campeón olímpico, de temible monarca de los pesos pesados a figura carismática de la televisión y exitoso empresario.
Foreman nació y creció en el conflictivo Quinto Distrito de Houston, donde tuvo una juventud marcada por la pobreza y la delincuencia menor. Sin embargo, encontró una vía de escape en el boxeo, disciplina que lo llevaría a la cima. En 1968, con apenas 19 años, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México, al derrotar a un rival de 29 años en una actuación que captó la atención del mundo.
Su ascenso en el profesionalismo fue meteórico. En enero de 1973, noqueó sorpresivamente a Joe Frazier en Jamaica, consagrándose campeón mundial y protagonizando uno de los momentos más memorables de la televisión deportiva con el grito de Howard Cosell: “¡Cae Frazier! ¡Cae Frazier!”. Luego defendió el cinturón frente a Ken Norton, hasta que aceptó enfrentar a Muhammad Ali en la histórica “Rumble in the Jungle”, organizada en Zaire (hoy República Democrática del Congo) por el promotor Don King.
En ese combate, Ali aplicó la táctica del “rope-a-dope” para agotar a Foreman, quien fue noqueado por primera vez en su carrera en el octavo asalto. Años después, Foreman reveló que aceptó esa pelea pensando que Ali estaba en bancarrota y que sería una victoria sencilla. La derrota fue un golpe devastador para su carrera y su confianza.
En 1977, tras una experiencia religiosa luego de una pelea, Foreman se retiró del boxeo. Durante una década se dedicó a predicar y a trabajar con jóvenes en Houston, alejándose por completo de los cuadriláteros. Sin embargo, en 1987 sorprendió al mundo con su regreso a los 38 años, dispuesto a desafiar el paso del tiempo. A pesar de su estilo más lento, acumuló victorias y en 1991 ofreció una pelea competitiva ante Evander Holyfield, aunque perdió por decisión.
Pero su momento más glorioso llegó en 1994, cuando a los 45 años noqueó espectacularmente a Michael Moorer, 19 años menor, recuperando el título mundial y convirtiéndose en el campeón más veterano en la historia de los pesos pesados. La hazaña fue celebrada con incredulidad y emoción. El comentarista Jim Lampley, testigo del momento, bautizó su autobiografía con la frase que gritó en aquella pelea: “¡It happened!” (“¡Ocurrió!”).
Después de esa victoria, Foreman peleó solo cuatro veces más antes de retirarse definitivamente. Su popularidad, sin embargo, creció aún más fuera del ring. Ese mismo año lanzó la parrilla eléctrica “George Foreman Grill”, producto que vendió más de 100 millones de unidades y lo convirtió en un millonario aún más exitoso que durante su etapa como boxeador. Su imagen afable y su simpatía lo hicieron querido por millones alrededor del mundo.
Bob Arum, presidente de Top Rank, expresó su dolor por la pérdida: “George fue un gran amigo no solo para mí, sino para toda mi familia. Hemos perdido a un miembro querido”. También su compañero en HBO, Jim Lampley, destacó su evolución: “Al principio intentó emular a Sonny Liston, pero con el tiempo se dio cuenta de que eso no era lo que él era”.
De boxeador temido a empresario carismático, George Foreman se ganó un lugar imborrable en la historia del deporte y en los corazones de quienes lo conocieron y admiraron. Su vida fue una prueba de que la reinvención y la redención son posibles, incluso para quienes alguna vez parecieron inquebrantables.
